«He llegado a recorrer 15 kilómetros en sentido contrario. De este modo: incorporándome en el kilómetro 40 en la provincia de Toledo y llegando hasta el kilómetro 28, a la altura de Navalcarnero. Me han detenido en no pocas ocasiones, pero yo seguía, hasta que recapacité. Cada vez que hacía algo así, sudaba, me ponía muy nervioso antes y después, pero nunca durante el recorrido. El bajón viene luego cuando recapacitas y piensas que podías haber matado a un inocente y haberte matado tú. Pero en ese momento sólo piensas: ''Marica el último''». Así expresa sus antiguas prácticas Juan Gómez (nombre ficticio), en lo que la Fiscalía de Seguridad Vial llama «delincuentes viales multirreincidentes».
En ocasiones aumentan y en otras disminuyen, pero se mantienen en el tiempo y con las mismas prácticas: un piloto suicida que avanza por una autopista a más de 250 kilómetros o un conductor temerario que, previa apuesta, se cruza en dirección contraria con un padre de familia. Da igual el recorrido, el resultado siempre es igual: una media de 130 accidentes anuales, según cifraba en el 2008 Luis Montoro, Catedrático de Seguridad Vial de la Universidad de Valencia y miembro fundador y director del Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial (Intras). Según la Guardia Civil, «a vuela pluma, porque no tenemos estadísticas, el 98% de las conducciones imprudentes, no son volitivas, sino debidas a otras causas como ancianos con malos reflejos, despistes, embriaguez, drogas...». (Leer más)
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