Necesitaría mil años para comprender el código de la
circulación en la capital india. Os puedo asegurar que no pienso ponerme al
volante allí.
“¡¿Acaba de saltarse un semáforo en rojo?!” No me acuerdo si
exclamaba o si realmente preguntaba. Pero con toda seguridad, expresaba mi
asombro. Circulaba desde apenas 10 minutos cuando descubría con estupor el
tráfico en Delhi. Todo el mundo parecía ignorar el rojo. El coche en el cual
había tomada asiento no fue una excepción. Y yo, no me pude aguantar. Uno de
mis guías me dijo simplemente:” Son las 22h00. A partir de las 22h00, ya no se
respecta realmente el semáforo rojo”.”¡Entonces es legal!” intenté entender.
“Si te coge la policía, tendrás
problemas, pero a estas horas, ya no hay policías en la calle.” Interesante,
pensé: sin representantes de la ley, no hay ley.
En Delhi, uno descubre rápidamente que el tráfico es
complejo. Automovilistas, ciclistas, motociclistas, triciclistas, tuc-tucistas,
etc. etc. comparten las avenidas de la capital india en un armonioso caos.
Algunas veces el peatón se une al juego, no por desafío a este despliegue
peligroso, pero sencillamente porque intenta evitar un charco de orina, un
deposito de mercancías, unos contenedores de basuras demasiado llenos y otras
aglomeraciones de paseantes por las aceras. En la densidad del tráfico, el
automovilista anda a tirones. Colarse en el más mínimo espacio que queda libre
por delante para ganar terreno. Uno no mira hacia atrás; se lanza. Se circula cómodamente
en dos vías. Pero, las líneas que delimitan las vías de la calzada se
interpretan de manera diferente por los automovilistas de Delhi. Se toca el claxon,
se toca mucho el claxon. Para volverse loco los primeros días, pero uno acaba
por acostumbrarse.
El parque automovilístico indio aumenta de año en año, pero
las carreteras no siguen el ritmo. No se amplían, se quedan igual. En cuanto al
comportamiento del automovilista, ¡nada más imprevisible! Frena de golpe,
arranca en tromba, da media vuelta en medio de la calle, si hace falta bloquea
el trafico. Algunas veces, se detiene en plena circulación, sin avisar!
Contesta a una llamada de teléfono, y sigue su camino. Lo más sorprendente, es
que aquí, nadie se sorprende. “A pesar de todo, nunca llegamos tarde al
trabajo” me contesto, con picardía, una colega india a quien le contaba mi
fascinación. Gran sentido de la perspectiva, cuando uno sabe que aquí, los
accidentes de tráfico causan más de 100 000 muertos al año.
Pero después de todo, un tipo que fallece en el camino no sabría
llegar tarde al trabajo! A estos queridos conductores de Ontario a quienes les
gusta quejarse de los “Montreal drivers”, dense una vuelta por Delhi y ya me contaran!
¿He dicho que necesitaría mil años para entender el código de la circulación en
la capital india? Ya no estoy seguro. Pienso ahora en dos mil años, o quizás
incluso tres mil años. (Crónica completa)
http://www.tolerance.ca
Traducción: Noële Grente Lemullier
Asextra Alicante
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