lunes, 17 de febrero de 2014

«En Toledo te enseñan a vivir con tu nueva vida»

ÁNGEL tenía 21 años cuando su vida cambió por completo. Conducía desde San Bartolomé de Pinares hacia Ávila para comenzar una nueva jornada de trabajo cuando una cabezada al volante hizo que su coche chocara contra una solitaria e inoportuna piedra en el camino. Enseguida notó que no podía mover las piernas, pero no fue hasta que supo que le iban a trasladar al Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo cuando vio claro que lo suyo «era algo muy serio».
Eso ocurrió después de su primer ingreso por el Hospital de Nuestra Señora de Sonsoles, unas horas de pesadilla de las que Ángel habla ahora con sorprendente tranquilidad, y de su estancia de quince días en el hospital de Salamanca, donde fue intervenido y desde donde comenzaron a mover su traslado a Toledo. «Porque no es nada fácil conseguir plaza allí», cuenta.
Pero finalmente llegó al centro de referencia en materia de paraplejias en España. Y se dio de bruces con una realidad dura, muy dura, y con casos tremendos que, una vez más, le volvieron a recordar lo delicado de su situación. «Es que una cosa es lo que te cuentan de Toledo y otra es verlo en primera persona», se confiesa, «porque cuando llegas y ves ciertos casos piensas, ‘sí que tengo que estar fastidiado, sí’».
El primero de los siete meses que Ángel pasó en Toledo estuvo prácticamente todo el tiempo encamado. «Al principio no puedes salir de allí para nada», nos va descubriendo los entresijos del centro toledano. Pero a él, con un estado de ánimo de lo más bajo, le permitieron regresar a casa un fin de semana para que cambiara de aires. «Y ese fin de semana en casa me sirvió para darme cuenta de que tenía que cambiar de actitud y que debía empezar a trabajar para vivir mi nueva vida», recuerda.
Porque precisamente eso, a vivir una nueva vida, es lo que básicamente se encargan de hacer los profesionales del hospital toledano.
«Cuando llegas allí te enseñan a vivir con tu nueva vida», resume Ángel, que habla de cómo se vio obligado a abandonar su sueño infantil de ser camionero (que, por cierto, estaba muy cerca de conseguir antes del fatídico accidente) y sustituirlo por nuevos proyectos e ilusiones.
Fisioterapeutas, rehabilitadores, terapeutas ocupacionales, psicólogos... los profesionales médicos del Hospital Nacional de Parapléjicos se volcaron con Ángel. «Me dijeron que mi lesión era incompleta, que no tenía seccionada toda la médula, pero que había que trabajar mucho», continúa exponiendo recuerdos. (Seguir leyendo)
http://www.diariodeavila.es

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