Esta mesa estuvo compuesta por María Carmen Castro, directiva de ASEXTRA, José Antonio Amado, presidente de la Asociación Unión Seguridad Vial, Clementine González, examinadora francesa perteneciente al sindicato SNICAFO y Pascale Maset, secretaria general del sindicato SNICAFO.
Inició la mesa María Carmen Castro, examinadora y vocal de Comunicación de la Asociación de Examinadores. La directiva de ASEXTRA centró su intervención en tres aspectos que nos diferencian de Europa en cuanto a exámenes. En varios paises de nuestro entorno como Francia, Portugal o Alemania, existe la obligación de un aprendizaje previo antes de acudir a examen, tanto teórico como práctico. En España no existe tal obligación y se dan casos de alumnos que se presentan a examen con cero clases, algo incomprensible si como considera ASEXTRA, la evaluación forma parte del aprendizaje.
También trató en su ponencia el tema de la agresión a los funcionarios y la obligación por parte de la DGT de que sus examinadores entreguen el resultado en el acto. Se puso el ejemplo de Francia donde desde hace diez años, el resultado del examen práctico se envía por correo y no supone ningún problema. Las examinadoras francesas de SNICAFO presentes, corroboraron esta circunstancia y mostraron su solidaridad con los examinadores españoles.
Por último, Carmen Castro habló de la importancia de que sigan siendo funcionarios los encargados de evaluar las pruebas de exámenes, como garantía para los ciudadanos, ya que son ajenos al turno político, ajenos a intereses económicos o de cualquier otro tipo. También pidió la creación del Cuerpo Especial de Técnicos en Seguridad Vial donde se encuadrarían los examinadores de la DGT.
La segunda ponencia corrió a cargo de José Antonio Amado, profesor/director de autoescuela y presidente de la Asociación de Unión y Seguridad Vial. En primer lugar dice echar en falta en el evento a los alumnos. Están representados los formadores, los evaluadores, pero según su opinión, sería importante conocer el parecer de los aspirantes al permiso de conducir en todo este proceso, que constituyen el tercer pilar del sistema de exámenes.
Siguió diciendo que según su opinión debería haber una especialización tanto en el grupo de profesores de autoescuela como entre el colectivo examinador. Según Amado, a la formación vial le falta prestigio ante la sociedad.
También dijo no estar de acuerdo con la interrupción de las pruebas que planteaba la ponente de ASEXTRA, una vez que ya el aspirante había suspendido. Para Amado, el alumno paga la clase y el examen debe mantenerse hasta el final. Para la examinadora, es inútil mantener una prueba en el que el alumno ya está suspendido y dice ser una fuente de conflictos y posibles agresiones.
La tercera intervención de esta mesa corrió a cargo de Clementine Gonzalez, examinadora francesa, perteneciente al sindicato SNICAFO. Este sindicato aglutina al 70% de los examinadores de aquel país y fue especialmente invitado por ASEXTRA ante el interés que suscita la situación de los funcionarios examinadores franceses entre nuestro colectivo.
Según contó Clementine, en Francia no se pagan tasas oficiales para acudir a examen, únicamente se paga a la autoescuela una tasa por la formación. Siguió diciendo que los resultados del examen práctico se envían por correo desde hace más de diez años y efectivamente, esta medida está evitando las agresiones que antes se producían a los funcionarios.
La examinadora francesa de SNICAFO explicó que en Francia, cada funcionario examina cuatro pruebas como máximo, con una duración de 35 minutos. Clementine González hizo además una defensa también del sistema público de exámenes por ser garantía de neutralidad e imparcialidad
Primera parte.
ResponderEliminarPrimera ponencia.
Totalmente de acuerdo en que la evaluación forma parte del aprendizaje.
¿Obligación de un aprendizaje previo antes de acudir a examen, tanto teórico como práctico? Se da por hecho, es obvio. Nadie nace aprendido y la ciencia infusa no existe. De vez en cuando (más en zonas rurales), siempre aparecerá algún alumno que tenga práctica en el manejo de automóviles y lo haga francamente bien, pero tendrá que aprender a desenvolverse entre el tráfico, coordinarse con los demás vehículos y hacerlo conforme indican las normas y señales. Tendrá que dar clases y se dará cuenta de que le son necesarias. Pero no veo ninguna eficacia en que se obligue por norma a dar un mínimo de clases teóricas y prácticas, muchas autoescuelas firmarían que las han impartido aunque no fuese cierto. En España, dada la cantidad de materia objeto de un examen teórico, explicarla en clases de una hora durante cinco días a la semana me llevaba entre 8 y 10 semanas; y cuando tenía grupos más o menos homogéneos, en los que además hacía exámenes parciales en conjunto y por separado escritos y orales con test, preguntas abiertas y siempre hechos por mí, 3 meses. Naturalmente hablo de dar clases de verdad, explicando cada norma, su razón de ser y por qué nos conviene tenerla en cuenta. Hacer test en conjunto no es dar clase de teórica.
¿Llevar a un alumno a examen práctico con cero clases? Ahí hay un problema de irresponsabilidad muy grave por parte del profesor. Yo no llevo así ni a Fernando Alonso, lo siento. Además, es un desprecio hacia la integridad física de la persona que examine; el profesor no sabe nada de cómo puede reaccionar el alumno, se está en vía pública, se pueden causar daños a terceras personas. Es inadmisible. Pero no veo que se solucione con clases mínimas obligatorias.
Y segunda parte.
ResponderEliminarAgresiones a examinadores. Tal vez, y con el tiempo, enviar el resultado del examen por correo disminuya algo el riesgo. No discuto que en Francia funcione, pero aquí no lo veo. El examen práctico es público, está a la vista ¿por qué tengo que esperar a que me envíen el “no apto” cuando yo mismo me di cuenta de que me pasé un semáforo en rojo? De acuerdo, no todo es tan evidente; pero, ¿qué garantías hay de que quien está dispuesto a lograr un “apto” con violencia, no la utilice también para saber el resultado? Si no recuerdo mal, lo he dicho aquí en otra ocasión, la solución es que la autoescuela filtre. ¿Qué clase de profesor es el que no se da cuenta de a quién lleva al lado? La raíz del problema está ahí. Ya sólo por su propia seguridad, el profesor debería de cuidarse con quién va en el coche; yo no me monto con cualquiera por mucho doble mando que tenga. Y esto, lo tienen que saber los examinadores; seguro que conocen perfectamente a profesores que (qué casualidad) nunca llevan alumnos que muestran comportamientos... ni siquiera mínimamente amenazantes. Cosa que en otros no es nada raro, ¿verdad?
Y para cerrar el círculo, todo hay que decirlo, algunos examinadores deberían mejorar notablemente el trato que dispensan a alumnos y profesores. Llevo desde 1977 en el oficio, he visto muchas cosas: despotismo, soberbia, mala educación, portazos, comentarios hacia el alumno en pleno examen que no proceden, faltas de respeto, no groseras, pero sí faltas... No es lo normal, desde luego. Pero estas cosas pasan y todos las conocemos.
Yo también voto porque los examinadores sean funcionarios, sin ninguna duda. Y del Estado.
Segunda ponencia.
Totalmente de acuerdo en que a la formación vial le falta prestigio ante la sociedad, básicamente, esta piensa que autoescuelas y tráfico son dos caras de una misma moneda, que se aprende a conducir después de pasar por la autoescuela, que aprobar es una cuestión de suerte, tener un accidente ídem... Y las autoridades con responsabilidad en temas de tráfico, todas, sin excepción, se encargan muy bien de sustraer prestigio imponiendo normas absurdas, contradictorias, hoy una cosa y mañana la contraria, sin rigor técnico alguno, si ven que un grupo social del que pueden obtener votos les hace una propuesta hacen reformas legislativas para adoptarla...
Suspender o no la prueba cuando el alumno ha resultado “no apto” antes de acabarla... Pues creo que lo mejor es que decida el alumno una vez que sabe que está suspendido, se le pregunta y listo; algunas veces, algunos examinadores optan por esta opción, y me parece la mejor. Para algunos alumnos continuar hasta el final es una agonía, y para otros un aprendizaje. Y la evaluación forma parte de este.
Tercera ponencia.
Me llama la atención que, en Francia, cada examinador no realice más de cuatro pruebas de 35 minutos en el día. ¿Y qué hacen hasta terminar la jornada?
Un saludo.