Los casos de positivo por alcoholemia minan la confianza de los ciudadanos en sus representantes políticos. En eso coinciden al menos los expertos consultados por LA NUEVA ESPAÑA a propósito del caso del socialista Unai Díaz, concejal del Ayuntamiento de Noreña y secretario general de Juventudes Socialistas en Asturias, que ha puesto sus cargos en el Consistorio a disposición del partido tras sufrir, en la madrugada del miércoles, un accidente de circulación cuando conducía ebrio por las calles de la Villa Condal. Un suceso ante el cual, no obstante, los expertos no se ponen de acuerdo en si es preciso que el edil dimita o no.
Esto se debe, esencialmente, a las particularidades del sistema político español, que tiende a proteger la vida privada de sus representantes. "La diferencia entre el ámbito privado y el de representación política es difícil de precisar. Si miramos por ejemplo a Estados Unidos, donde la relación entre el elector y el político es más directa, la conducta de los representantes es más relevante, porque se elige a una persona para que tome una decisión. Pero en España no hay esa conciencia, porque entendemos que el representante político tiene menos libertad de acción, y eso hace que preste menos atención a su conducta y a su vida privada", explica el sociólogo Arsenio Valbuena.
No obstante, en el caso concreto de los casos de alcoholemia, Valbuena entiende que hay una sensibilidad social especial, que propicia un severo reproche a quienes incurren en esta falta. Por ello, considera que Unai Díaz, como cualquier otro representante político que se vea en ese trance, debe dimitir: "En estos casos debería haber un criterio generalizado para que haya dimisiones. Se trata de un acto de humildad política y personal".
En cambio, el también sociólogo Rodolfo Gutiérrez Palacios considera que, precisamente por esas diferencias con el modelo estadounidense, no es preciso que el edil noreñense, o cualquier otro que incurra en un caso de alcoholemia, deje sus cargos. "Como ciudadano, no creo que a nuestros representantes políticos se les haya que pedir una pureza absoluta de comportamiento. Y no creo que cualquier salida de un modelo de comportamiento deba ser motivo de dimisión", asegura.
Más dudas tiene el politólogo Óscar Rodríguez Buznego, quien entiende que los partidos deberían consensuar algún tipo de postura común ante estos casos. No obstante, entiende que Unai Díaz debería haber optado por dejar sus cargos: "Con dudas, me inclino a pensar que él debería haber presentado su dimisión, que debería haber asumido que ha tenido una conducta impropia". Por eso mismo, Buznego entiende que el PSOE debería "invitarle a abandonar" su cargo.
Pero el politólogo también entiende que esta renuncia debe limitarse al mandato en curso, y que esta circunstancia no debe ser óbice para que concurra a próximas elecciones: "Eso sería un castigo excesivo e injusto, todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad".
Por su parte, el presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA), Mario Arnaldo, apunta a la necesidad de mantener una política de "tolerancia cero", también entre los cargos públicos, para reducir los accidentes de tráfico: "Desde un punto de vista ético, ese comportamiento no es nada ejemplarizante para un cargo público". (Seguir leyendo)
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