El examinador coordinador de la Jefatura Provincial de Tráfico de Ciudad Real, Abilio Víctor Gutiérrez. / RUEDA VILLAVERDE |
Del dicho al hecho va un trecho. Y es que no es fácil que la sabiduría teórica se traduzca en acertada práctica, aunque en eso el cuerpo de examinadores de Tráfico sea un maestro. Ellos transitan por un terreno no exento de incidentes y anécdotas pero, sobre todo, tratan de evitar que salgan a las calles conductores sin las habilidades suficientes para circular. «Siempre desde un compromiso de cercanía y respeto hacia el alumno», asegura el examinador coordinador de Tráfico en Ciudad Real, Abilio Víctor Gutiérrez, que lleva en esta profesión desde el año 1976 tras cursar los tres primeros años de Psicología.
Forma parte de uno de los colectivos que más mala fama arrastra pero, en sus propias palabras, sólo cumple con su trabajo, que no es poco. Así, la plantilla de nueve examinadores de la Jefatura Provincial de Tráfico de Ciudad Real, que después del verano se quedará en siete, ha de desplazarse a diario a los cinco centros de examen que hay en Puertollano, Valdepeñas, Alcázar de San Juan, Almadén y Tomelloso.
Todavía recuerda el caso de un alumno que «confundió en una intersección el rótulo de una farmacia con un semáforo en verde» y el de una señora que «quería un carné de conducir corto» porque «lo quería para ir con el coche de Fuente el Fresno a la finca donde estaba el marido trabajando».
Pero, según afirma Gutiérrez, quien quiera marcharse a casa con una L debajo del brazo debe desde enero de 2013 superar una prueba de conducción autónoma de aproximadamente diez minutos en el que tiene que llegar a un destino sin las indicaciones del examinador, que trata de ser lo más objetivo posible en su tarea. «A alguno también le podrían dar el diploma de guía turístico», bromea Gutiérrez recordando que en Ciudad Real, como centro piloto, se lleva a cabo desde septiembre de 2011.
Asimismo, el alumno tiene que demostrar que su conducción al volante es eficiente, es decir, económica y respetuosa con el medio ambiente. «Con una velocidad constante y una relación de marchas uniforme se consigue», indica señalando la importancia de la observación y la anticipación en este capítulo.
Por otro lado, el futuro conductor debe ser capaz de comprobar los niveles de aceite, refrigerante y líquido de frenos, la presión de los neumáticos o el funcionamiento de los parabrisas. «Son cuestiones muy prácticas, pero fundamentales», expone Gutiérrez incidiendo en que «también se le pide al alumno la documentación del vehículo, es decir, el permiso de circulación, la ITV en vigor y el seguro».
Una mejora de la calidad de las pruebas que las humaniza. Y es que el examinador explica al alumnos en qué van a consistir, cuando hasta no hace mucho le pedía que arrancara el coche sin otro preámbulo que el de reclamarle su documento nacional de identidad y solicitarle que estampara su firma en el acta del examen.
Además de ir sentados en el asiento trasero con una mirada escrutadora, se encargan de preparar los cuestionarios de los exámenes teóricos en base a las nuevas preguntas que introducen desde la Dirección General de Tráfico (DGT). «Todo lo relativo al aumento y la disminución del campo visual, así como al tiempo de reacción, les cuesta», según asegura. «No tienen claro el concepto, porque los enunciados son claros», apostilla la jefa provincial de Tráfico, Raquel García Fabra, indicando, no obstante, que «cerca de un 80 por ciento supera la prueba a la primera».
Un porcentaje que desciende en el caso de un examen práctico que a no pocos les provoca pánico. «El incumplimiento de las señales verticales, el tema de las preferencias, los desplazamientos laterales y una distancia de separación insuficiente son las principales causas de suspenso», confiesa.
La crisis también ha aparcado el carné de conducir, a pesar de que estar en posesión de él es requisito indispensable para acceder a muchos trabajos. Además, Abilio Gutiérrez señala la contratación cada vez menor de clases prácticas. «La clave de que los nervios afloren está en la falta de dominio y el conductor no puede ir a remolque del vehículo», expone. Algo «contraproducente», pese a que en el actual contexto la economía pesa más que la razón. «La gente viene cogida con alfileres», según lamenta. Y es que hace años eran obligatorias 18 prácticas, pero ahora no existe un mínimo. «Se deja en manos de la responsabilidad del alumno, que tienen prisa en aprobar», precisa el examinador coordinador de la Jefatura Provincial de Tráfico de Ciudad Real. (Información completa)
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