La crisis económica ha hecho florecer algunos negocios al menos dudosos en torno al automóvil y el transporte. Y uno de ellos es la comercialización de neumáticos de segunda mano, algo que repercute negativamente en la seguridad vial.
El neumático, o mejor dicho el buen estado del neumático, es uno de los aspectos clave a la hora de conseguir la máxima seguridad en nuestros desplazamientos por carretera. Un neumático con una mala presión de inflado reduce el buen agarre del vehículo y su estabilidad. También la profundidad del dibujo resulta importante y es uno de los aspectos clave, pero se trata de algo que se puede comprobar con facilidad.
Pero hay otros factores relevantes que afectan a la seguridad de nuestro vehículo y que no son tan fáciles de ver. Aunque parece que todos los neumáticos son iguales y que mientras tengan dibujo todo va bien, eso no es cierto en absoluto. Por ejemplo, con el paso de los años se deterioran y dejan de estar operativos. Es lo que se llama cristalización, con lo que el caucho pierde en parte su flexibilidad. Y lo mismo ocurre si han sufrido algún golpe o si tienen algún defecto en su montaje.
Por ello, comprar unos neumáticos usados es muy peligroso y el ahorro que en un principio suponen nos puede salir muy caro. Además, es posible que la persona que se decide a comprar este tipo de ruedas esté lo bastante apurada económicamente como para no ser demasiado exigente con el estado de conservación de lo que está comprando. Puede buscar sólo salir del paso, pero esto es realmente peligroso.
Según un estudio del RACE y Goodyear, la demanda de información y el número de resultados que aparecen en Internet en torno a neumáticos de segunda mano han crecido en torno a un 500% desde el año 2008, un indicador claro del comportamiento de este mercado. (Seguir leyendo)
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