En ocasiones los nombres de los automóviles resultan ridículos, pero las marcas dedican cientos de horas a elegirlos. Te contamos los métodos más habituales de bautizar los coches y repasamos algunos de los más curiosos
Ibiza, Bravo, 208, Mondeo, Clase V, Serie 3, Golf.... Son todo nombres que cualquiera reconoce. Son coches que vemos a diario. Nos parece normal que se llamen así, pero ¿quién y por qué los bautizó de esa forma? De hecho, hasta las propias marcas a las que pertenecen estos y otros modelos tienen detrás una curiosa historia.
En algunos casos no hay que pensar demasiado. Citroën es el apellido del fundador de la compañía y sus modelos C1, C2, C3.... de manera intuitiva vemos que se corresponden con el tamaño. Es la pauta que siguen las casas centroeuropeas, casi todas las alemanas y francesas. En realidad los segmentos (en argot, la franjas del mercado divididas por categoría y tamaño del vehículo) se corresponden con letras, pero comercialmente se apostó por los números por ser más sencillo para el gran público. Cualquiera entiende que un BMW Serie 1 es un cochazo, un Serie 3, más cochazo, un Serie 5, la leche y un Serie 7 ni entra en nuestra plaza de garaje. De paso los muniqueses se reservaron los números pares para automóviles especialmente deportivos. A los todoterreno les pusieron un X delante, y a correr.
Lo mismo hace Audi, que en los todoterreno cambia la X por una Q en referencia a su mítica tracción total Quattro. También Peugeot sigue esa lógica. Los franceses del león mantienen, no obstante, una seña de identidad propia: bautizar los modelos con tres dígitos. 106, 206, 308... En este caso, la centena es la gama, el cero es fijo, y las unidades denotan rediseños o evoluciones dentro de la gama. Es decir, el 308 es un coche que ha evolucionado del 307. Con el tiempo esto se pervierte. ¿Quién no recuerda el 309 que es anterior y génesis de estos modelos? Para los todocamino, otra solución tan sencilla como efectiva. Doblamos el cero: 3008, 4007, 5008... Ah, que el 911 de Porsche también se llama así gracias -o por culpa- de Peugeot. Los galos denunciaron al fabricante de Stuttgar que originalmente le puso 901 al modelo. La Justicia dio la razón al demandante y lo alemanes, tan prácticos, eludieron el problema sustituyendo el cero por un uno. Y años antes del boom de la informática. (Leer más)
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