La mayoría de las personas que se ponen al volante con frecuencia se definen a si mismas como «buenas conductoras». La calidad de conducción mejora con la experiencia, pero el paso del tiempo también provoca la adquisición de malas costumbres, algunas causantes de malestar en el resto de usuarios.
Entre esas malas costumbres está la «agresividad en la conducción», que se define como «cualquiera de las formas en que de manera directa o indirecta tanto peatones como conductores provocan, perjudican o causan cualquier tipo de daño al resto de personas que circulan al mismo tiempo por donde fluye el tráfico.
En situaciones de mucho tráfico, cuando son numerosos los conductores queinteractúan al mismo tiempo, es cuando se da un incremento de conductas agresivas. Pero estas conductas no son algo nuevo. Coexisten con nosotros desde los inicios de los tiempos, en otras circunstancias, pero nos acompañan desde antaño.
Los factores sociales determinan en gran medida esta agresividad. Las prisas, los ambientes ruidosos, multitud de personas en un reducido espacio, el estrés que nos acompaña a diario. Todas estas son situaciones que incrementan nuestra agresividad, y más al volante, según los expertos de LegalCar.
Se podría decir que existen dos causas por las que esta agresividad se incrementa. Cuando se conduce un automóvil, sin ser conscientes de ello, en nuestro foro interno confluyen muchos mecanismos psicofisiológicos que nos serán útiles para fortalecer la capacidad para poder reaccionar a tiempo ante una adversidad cuando estamos al volante. Pero al mismo tiemponuestra violencia se puede ver incrementada, sobre todo si tenemos en cuenta que esas acciones violentas, en un gran número, quedan impunes y sin castigo, por el anonimato del que disponemos en el interior de nuestro automóvil que a su vez nos permite marcharnos tras esta situación.
Muchos de los elementos que influyen en las reacciones violentas al volante tienen que ver con los estereotipos. Por ejemplo, se reacciona con mucha agresividad por razón de sexo contra las mujeres, contra los conductores noveles y contra los conductores más mayores.
Además se reacciona violentamente contra personas de otra raza o vestimentas diferentes a la nuestra. Si unimos éstos factores como la prisa, el estrés o el consumo de sustancias, se incrementa en mayor medida la agresividad vial.
No reaccionamos de la misma forma contra otro conductor que ha estado a punto de darnos un golpe en el coche dependiendo de la causa que lo haya originado. Es decir, no da igual si ha estado a punto de golpearnos por evitar un atropello o si se ha distraído por hablar por móvil mientras conducía.
En la conducción todo influye. Por ejemplo, si realizas un adelantamiento e invades el carril rápido, provocando un frenazo del conductor que circulaba por éste, pero te disculpas tras ello haciendo un gesto con la mano, se reduce la pòsible respuesta agresiva del conductor al que has pedido disculpas. Por el contrario, la respuesta agresiva se verá incrementada si invades el carril y haces caso omiso del conductor al que has obligado a frenar. La agresividad vial en esos casos puede ir en aumento hasta situaciones insospechadas. Por tanto, debemos ser cautos e intentar reducir nuestra agresividad al volante.
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Conductas que pueden provocar agresividad
- Bloquear los cruces: siempre hay algún coche que se para en mitad del cruce mientras el semáforo está rojo, bloqueando entonces la circulación perpendicular, en vez de esperar en el semáforo anterior cuando se puso ámbar. Provoca retención de tráfico y atasco. Una egoísta actitud que ni siquiera reporta ventajas al interesado.
- Ir por el carril del medio o de la izquierda: en Europa continental se circula por la derecha, incluso en autovías y autopistas de tres o más carriles. Es lícito usar el carril central, pero no es el correcto si no se adelanta. Usando ese carril de contínuo solo se genera más embotellamiento a la izquierda, mientras el derecho está vació.
- Zigzaguear: quien más y quien menos ha adelantado alguna vez por la derecha, aunque no sea una maniobra legal. Sin embargo, no es excusable el que lo hace sin motivo por cualquier lado. En caso de atasco, esta conducta puede causar accidentes y, desde luego, dificulta la fluidez del tránsito cuando se vuelve al carril izuierdo.
- El «tuerto»: ¿cuántas veces hemos pensado que, al mirar por el retrovisor, pensábamos que nos seguía una moto, cuando en realidad se trataba de otro automóvil con un faro o una bombilla fundida? De noche crea peligrosas confusiones, es ilegal y sancionable. Claro que también hay quien lleva un piloto trasero en esas condiciones... ¡o todos ellos!
- Deslumbrar: los hay que montan en el coche bombillas de faros más potentes de lo recomendado por el fabricante. Alumbran más a costa de cegar a los que les preceden y, sobre todo, a los que viajan en sentido opuesto. En idéntica línea, hay conductores que circulan con las luces largas por sistema o que olvidadan quitarlas cuando llega tráfico opuesto. Y otro tanto con los que mantiene el alumbrado de niebla cuando ya no hace falta... y molesta a los que le rodean.
- No usar los intermitentes: algunos no recuerdan que los intermitentes están ahí para usarlos y señalizar con antelación las maniobras que van a realizar. En el polo opusto, los hay que se olvidan de quitarlos y circulan durante km con ellos puestos. Son acciones sancionadas con multas que oscilan entre 80 y 200 euros.
- Robar la plaza de aparcamiento: aún esperando pacientemente a que otro usuario desloje una plaza de aparcamiento, los hay que surgen como de la nada para colarse y ocupar el sitio.
- Colarse en una retención: ¿y aquellos que, literalmente, se cuelan en la cola que el resto de usuarios espera con paciencia y tesón? Sobre todo pasa en incorporaciones y salidas de autovía/autopista cuando están colapsadas. Un claro gesto de mala educación que entraña riesgos innecesarios —frenazos del resto— y nuevos atascos y temerarias y extremas maniobras evasivas.
- Rectificar sin mirar: ligados a los anteriores figuran los que no dudan en «rectificar» cuando se pasan la salida que inicialmente pensaron tomar. Frenazo, volantazo e incluso marcha atrás, hasta en plena autovía —a veces en giros prohibidos en calles y avenidas—, y a otra cosa.
- Distancia de seguridad: no respetarla conlleva multa de 200 euros y entraña un grave riesgo de accidente.
- Circular a velocidad anormalmente reducida: algo que, a menudo, coincide con usuarios que lo hacen mientras hablan por el móvil. Para colmo, suelen hacerlo yendo por el centro de la vía.
- No respetar las preferencias en las glorietas: Las glorietas o rotondas se abordan por la derecha, se recorre por la derecha y se abandona por la derecha. El carril de la izquierda es solo para adelantar antes de volver a cambiar al derecho para salir.
Fuente: ABC
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