Cantabria ensaya con éxito un curioso sistema para reducir los accidentes con fauna: impregnar los guardarraíles con orina de lobo. En Salamanca se producen más de 400 siniestros con corzos, ciervos y jabalíes cada año.
Los accidentes de tráfico provocados por fauna salvaje son uno de los grandes problemas de seguridad vial en Castilla y León, y también en Salamanca. En las carreteras regionales se producen más de 6.600 de estos siniestros cada año (este es el dato del último año contabilizado, 2015) y hay provincias donde son un quebradero de cabeza. En Soria suponen un tercio de los accidentes, Burgos y León rozan los 1.500 accidentes con fauna cada año, en Zamora son más del 60% y comarcas como la zamorana de Aliste viven a razón de accidente diario con corzos, ciervos y jabalíes, y los habitantes se han manifestado para protestar.
Con todo, no se consigue reducir la cifra, que aumenta cada año, a pesar del aumento de las batidas y otras medidas. En Salamanca, según la DGT, se produjeron 415 siniestros con fauna durante 2015; son casi uno de cada tres de los que se registraron ese año, y el problema va en aumento. Este tipo de siniestros ha aumentado un 70% en menos de una década por la proliferación de la fauna en determinadas comarcas rurales y por la falta de vallados en las carreteras secundarias, que carecen de separaciones que sí tienen las vías férreas o las autovías. Ahora, una comunidad límitrofe y con idéntico problema de tráfico, ha ensayado una solución que de puro sencilla casi sonroja.
En Cantabria se producen cada año cerca de 500 accidentes de este tipo, una cifra inferior a la de Castilla y León, pero igualmente preocupante; en el conjunto de España son 14.000 al año. En 2013, el ministerio de Fomento y la comunidad decidieron probar con un sistema: impregnar con orín de lobo los guardarraíles de miles de tramos. En concreto, se han colocado ya 3.000 botellas con el objetivo de reducir este tipo de accidentes, y de momento los han rebajado casi un 70%.
El sistema es sencillo. Se impregna con orín de lobo de Alaska estructuras próximas a las carreteras como guardarraíles o quitamiedos; ante ese olor, los animales desisten de pasar temerosos de entrar en el territorio de un lobo. Al tiempo, se impregnan de feromonas los pasos de fauna para que los animales los usen y eviten entrar en la calzada.
Estas dos no son las únicas medidas, claro. Además, se procede a despejar la vegetación, colocar elementos reflectantes que asusten a los animales y, por supuesto, a reparar los daños en las vallas y cerramientos de las autovías, que sí las tienen. En provincias como Zamora se ha optado por despejar de maleza varios metros siguiendo el recorrido de la N631, la carretera más afectada por estos accidentes, para mejorar la visibilidad de los conductores en caso de que un animal invada la calzada.
Fuente: Tribuna de Salamanca
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