Admiten el riesgo pero aseguran que un anciano al volante no es más peligroso que un veinteañero. Exigen un cambio de modelo en las autoescuelas y reconocimientos psicotécnicos más rigurosos
Debate sobre los límites de la conducción. Los entendidos en seguridad vial coinciden en que no se puede fijar una edad en la que se debería dejar de conducir, sobre todo en una época como la actual en la que la movilidad es imprescindible, la esperanza de vida ha aumentado mucho y porque cada persona envejece de forma diferente.
El envejecimiento de la población ha multiplicado el número de vehículos conducidos por mayores. A día de hoy, las deficientes comunicaciones no pueden garantizar sus necesidades de movilidad, sobre todo en zonas rurales, por lo que muchos ancianos y ancianas se han visto obligados a recurrir al permiso de conducción y por ende, a la compra de un coche. El último ejemplo está en Hermenegilda Trinitaria Cebrián, la mujer de 84 años de Alginet que se sacó el carné porque vive en una urbanización alejada de su localidad y necesitaba un medio de transporte para ir a comprar, a ver a alguna amiga y al médico, según explicó a este periódico.
Como Trini, en la Ribera hay más de 5.000 personas al volante con más de 74 años, según datos de la Dirección General de Tráfico (DGT). Son prudentes, pero faltos de reflejos y con una limitada capacidad de reacción ante posibles imprevistos. La circulación anormalmente reducida, los cambios bruscos de dirección y la conducción en sentido contrario son algunos de los comportamientos de más riesgo asociados a la vejez. Hay otros como las dificultades para aparcar, para respetar las señales o para ir en línea recta, pero tienen menor incidencia en los accidentes de tráfico.
El asunto preocupa aunque los expertos coinciden en que los mayores poseen mecanismos que, en parte, compensan su pérdida de capacidad a los mandos de un vehículo. Así, circulan de día, evitan zonas conflictivas y reducen a la mínima expresión el uso del coche. «A esas edades los procesos cognitivos y los elementos motrices están muy desgastados, no obstante, mientras una persona tenga las capacidades psicofísicas adecuadas no se le puede denegar su derecho a circular. Si se aplicara una restricción, la gente pensaría que tienen un mayor sentido de la inutilidad. La búsqueda del equilibrio está en hacer algo que no hacemos. Se debe incidir mucho más en la formación como conductores y como pasajeros. Son cuestiones que no se están teniendo en cuenta y son muy importantes para un país como España, donde la sociedad está tremendamente envejecida», explicó Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial de la Universitat de València y presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL).
Replantearse los métodos
Las voces autorizadas señalan que el modelo de enseñanza en las autoescuelas debe cambiar por completo. «A los alumnos se les encamina a aprobar un examen cuando lo que se debería de hacer es que el conductor novel adquiriera la experiencia suficiente como para salir solo por la carretera. Es necesario aplicar diferentes fórmulas. No es la edad la que va a condicionar si va a suceder un accidente. En la conducción la fecha de nacimiento es solo un número. Una solución podría ser el de otorgar un permiso en pruebas a los novatos, que estuviera tutelado por una persona mayor. En Francia funciona así y tiene un gran éxito. El problema es que aquí, que tu padre te enseñe a pilotar es un delito, y esa interpretación es totalmente errónea», subrayó Maria Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados (AEA).
La discusión también se centra en los exámenes médicos, donde todos concuerdan en que deberían endurecerse las pruebas y es necesaria una mayor atención de los médicos a la hora de examinar a sus pacientes. «Su papel es fundamental. Deben explicarles los efectos que al volante pueden producir los medicamentos que consumen y asesorarles sobre la limitación del tiempo que deben manejar un vehículo en función de sus condiciones de salud. También sus familias deben implicarse», afirmó Juan Carlos Muñoz, presidente de la Asociación Valenciana de Autoescuelas (AVAE).
El debate sobre cómo gestionar la conducción en la vejez está abierto. Todos se ajustan a que no deben imponerse por ley límites de edad, pese a que admiten el riesgo. Lo ideal, dicen, no es obligarles a dejarlo, sino convencerles de que es lo mejor. El objetivo es detectar a tiempo el punto y final y no pretender ir más allá.
Fuente: El Mercantil Valenciano
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