Pocas veces un atestado de la Guardia Civil hace reproches morales. Pero al no poder aclarar la culpa de un siniestro con dos ciclistas heridos, reprende a todos los implicados.
La bicicleta ha dejado de ser ese vehículo al que únicamente se recurre en las horas de ocio para convertirse en el medio de transporte habitual de muchos zaragozanos. Sin embargo, la proliferación del número de accidentes, tanto en casco urbano como en carretera, y las disputas que todavía se producen sobre el asfalto evidencian que queda mucho por mejorar: no solo por parte de los ciclistas, a los que se reprocha que no siempre respeten las señales, sino también por cuenta de esos conductores que, amparados en la robustez de la máquina que conducen, tienden a imponer su hegemonía en la calzada.
Del conflicto latente entre ciclistas y conductores da prueba el atestado que la Guardia Civil de Tráfico acaba de enviar al juez que investiga el accidente ocurrido el pasado 3 de abril en la rotonda de la N-330, que da acceso a la localidad de Cadrete, en el que resultaron heridos dos miembros del Club Ciclista Utebo. Aquellos hechos suscitaron una importante controversia, ya que mientras los compañeros de pelotón de las víctimas denunciaron al conductor de un turismo por atropello y fuga, algunas voces apuntaban a la presunta responsabilidad de los deportistas.
Los agentes que han redactado el informe –del que también se ha remitido copia a la Fiscalía del Tribunal Superior de Justicia de Aragón– han llegado a una conclusión atípica: "Fuera de lo que viene siendo habitual en este tipo de diligencias, es parecer de los instructores que no podemos establecer responsabilidad", dicen. Y al no poder aclarar de quién fue la culpa, como es obvio, tampoco han podido denunciar a ninguno de los implicados. Sin embargo, los funcionarios afean su actitud a unos y otros y concluyen su atestado poniendo de manifiesto "el comportamiento incorrecto de ambas partes". Actitud en carretera que, apostillan, "no en pocas y conocidas ocasiones ha traído más que desgraciadas consecuencias".
Más allá de la frustración que como profesionales puede haberles generado a estos agentes el no poder esclarecer el siniestro, lo cierto es que los 17 folios de su atestado constituyen un manual digno de estudiarse en las autoescuelas. Porque no se han limitado a recopilar datos, sino que partiendo de estos identifican una serie de conductas que, de erradicarse, contribuirían a aminorar el número de víctimas.
El siniestro de Cadrete se produjo en una rotonda y lo que no se ha podido determinar es quién tenía preferencia: si el grupo de ciclistas –se identificó a diez– o el conductor delRover con el que coincidieron. Pero, al margen de otras apreciaciones, el equipo de atestados recuerda que cuando varias bicicletas circulan en pelotón, estas constituyen una única "unidad de tráfico" a todos los efectos. Es decir, se le cede el paso desde el primero al último.
Fuente: Heraldo
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