Los examinadores de tráfico, cuya carencia -en especial en provincias como Ciudad Real- ha puesto en pie de guerra a las autoescuelas, se suman al conflicto con la DGT con la amenaza de huelga en junio. De convocarse sería la segunda en dos años (la de 2015 duró dos meses), y podría colapsar el sistema para acceder al carné de conducir, tocado ya por la falta de estos profesionales.
“No pretendemos perjudicar a nadie, exigimos que se reconozca la peligrosidad, la penosidad y la responsabilidad de nuestro trabajo con un incentivo de unos 250 euros brutos mensuales, nada nuevo, lo llevamos reivindicando desde 2008 sin ningún resultado”, señala Andrés Sánchez, examinador en Ciudad Real y delegado provincial de Asextra (Asociación de Examinadores de Tráfico).
La segunda exigencia es que debe haber oposiciones libres para acabar con la carencia endémica en todas las jefaturas y crear la escala laboral de examinador.
Pero, ¿cómo es posible que con las tasas de paro españolas falten aspirantes? La clave según el delegado de Asextra está en la “falta de incentivo evidente” en la función pública.
Al puesto sólo pueden acceder funcionarios de la administración, y no es un destino cómodo ni fácil. “Hay una peligrosidad evidente: salir a la carretera a diario lo que supone un riesgo. No he tenido accidentes personales en mi trabajo, pero sí colisiones, por lo que la mayoría de empleados públicos si recalan en Tráfico prefieren un trabajo más burocrático, de oficina”.
Ciudad Real, que ha perdido cinco examinadores en dos años por jubilación tiene un problema añadido: las distancias. Hay seis centros de exámenes en poblaciones muy alejadas entre sí. “Con el antiguo sistema estamos cada día en un sitio distinto y eso supone que por ejemplo para ir y volver de Alcázar de San Juan tienes que hacer doscientos kilómetros, aparte de los de los exámenes”, de ahí que pocos opten a plazas en esta jefatura.
“Cuando yo llegué aquí en 2008 había diez examinadores, hoy hay cinco, se han ido jubilando. Y dentro de dos años habrá menos todavía y no hay un sistema de provisión de puestos de trabajo, pese a que la mayoría de examinadores tenemos una edad próxima a la jubilación”.
El delegado de Asextra recuerda también que cuando se cerró la huelga de 2015, “que nos costó mucho, fueron dos meses de paros parciales que no nos salieron gratis”, el Gobierno firmó unos compromisos que, dos años después, no se han cumplido.
“Buenas palabras y poco más. Primero que no había Gobierno, ahora los presupuestos, nos sentimos ninguneados, cuando lo que reivindicamos es justo y todo el mundo opina que lo es”.
Sánchez también lamenta lo poco que cuenta su opinión a la hora de plantear el sistema de examen y evaluación, pese a que son los que tienen que decidir en apenas veinticinco minutos quienes es apto para conducir y quien no.
“La DGT siempre ha tratado a los examinadores con una superioridad que no entendemos, creen que no tienen que contar con nosotros ni para hacer modificaciones ni para hacer mejoras en el sistema de preparación vial”.
A Andrés Sánchez le encanta conducir, por eso optó al puesto de examinador, pero admite que estar dentro de un coche como examinador no es cómodo ni relajado. Vas detrás, no puedes intervenir en los problemas que se le pueden plantear a un conductor inexperto que frena, acelera o hace una maniobra inesperada, “tenemos compañeros que tienen dolencias profesionales en el cuello que a veces ni están reconocidas como tal”.
Otros peligros son las reacciones ante el suspenso, “y eso que ya no comunicamos el aprobado o el suspenso directamente”, y las agresiones, que las hay.
Fuente: Lanza Digital
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