Tres de cada cuatro conductores no conocen ni de manera aproximada en qué consisten los sistemas de seguridad de que dispone de su vehículo, ya sea el antibloqueo de frenos (ABS), el control de estabilidad (ESP) o el de tracción (ASR y TCS en sus denominaciones más comunes). Luis Montoro, catedrático de Seguridad Vial y presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (Fesvial), se hizo eco de los resultados de una encuesta, elaborada conjuntamente con Pelayo Seguros, durante la I Jornada de Tecnología y Seguridad Vial celebrada ayer en Madrid.
Montoro indicó que el 75% de los usuarios de automóviles ignora no ya qué significan siglas como las antes citadas sino que serían incapaces de explicar siquiera someramente qué 'hacen' los dispositivos a que hacen referencia. No saben qué son las fijaciones Isofix y tampoco sabrían decir a qué distancia debe estar un airbag para evitar que, en lugar de proteger al viajero, le cause lesiones de gravedad.
En su intervención en el foro organizado por la fundación que preside y por RTVE y la DGT, entre otras instituciones, el catedrático abogó por "ser humildes" ante el desarrollo tecnológico del mundo actual y por formar conductores inteligentes y formados que sepan, en definitiva, qué tipo de máquinas tienen entre las manos.
Montoro no descree de la tecnología, pero alerta de algunos de los riesgos que, como todo adelanto, entraña. Además del desconocimiento subrayado por el estudio antes citado, el exceso de tecnología choca con la "muy limitada" capacidad del ser humano para atender a muchos estímulos a la vez, lo que desencadena "estrés perceptivo y atencional".
Hasta "estrés tecnológico", prosigue, porque muchos usuarios se resisten a cambiar de vehículo ante la ansiedad que les produce pensar en la cantidad de nuevos dispositivos que tendrán que aprender a manejar. Lo que le faltaba a nuestro avejentado parque automovilístico.
Montoro sostiene que no se puede abrumar al conductor con un exceso de información cuando es sabido que incluso en los aviones se tiende a simplificar al máximo la que reciben los pilotos, y considera que sistemas como el 'head-up display' (que proyecta sobre el parabrisas del coche los datos básicos para la conducción) resultan de gran utilidad cuando muestran únicamente lo fundamental.
El presidente de Fesvial alerta igualmente de un riesgo remarcado por otros ponentes como María Seguí, directora general de Tráfico, que clausuró la jornada técnica; a saber, el hecho cierto de que, a más seguridad del vehículo que se maneja, mayor riesgo asume su conductor, en aplicación de la teoría del riesgo constante.
Como recordó Montoro, está probado que, por ejemplo, los primeros coches dotados de airbag se vieron envueltos en un mayor número de accidentes y hasta sufrieron penalizaciones en las primas por parte de las compañías aseguradoras, razón por la que el docente aconseja siempre ahondar en el conocimiento de la tecnología a bordo de los vehículos y, de manera general, en la formación vial.
Respecto al cacareado coche autónomo, el catedrático cree que sus sistemas serán "de gran ayuda" pero nunca podrán (o eso espera) reemplazar al conductor completamente. A su parecer, "plantea problemas" de tipo tecnológico porque exige: en el vehículo, un despliegue de cámaras, escáneres, sensores y láseres que funcionen siempre bien (y estén limpios), más una navegación de precisión milimétrica; y en las carreteras, una infraestructura "perfectamente concebida y mantenida" y una señalización que evite clamorosos contrasentidos como los que aún se ven con frecuencia.
¿Qué hará el coche autónomo al toparse al final de una calle con una prohibición de girar tanto a la izquierda como a la derecha y un edificio enfrente? Esas cosas pasan... al menos en España, y Montoro se encargó de mostrárselo a los asistentes a la I Jornada de Tecnología y Seguridad Vial.
Más interrogantes que lanza el profesor acerca de la conducción autónoma: ¿será necesario el carné? ¿Y el seguro? ¿Cómo será la inspección técnica de estos vehículos? Dudas razonables a las que no es fácil dar respuesta.
Luis Montoro clama en definitiva contra el "optimismo tecnológico" desmedido que confía más en la capacidad del vehículo para predecir la reacción de un transeúnte en plena calle que en la de "un ser dotado de millones de conexiones cerebrales".
Por último, una obviedad que no por serlo resulta menos cierta: el coche no es sólo un medio de transporte, señala Montoro, sino sobre todo la expresión de un deseo ancestral de libertad. Según un estudio con jóvenes citado por el catedrático, sólo al 20% le sedujo la posibilidad de que un vehículo "conduzca solo". ¿A qué tanto lío entonces?
Roberto Ramos, de la Confederación Nacional de Autoescuelas (CNAE), coincidió con el presidente de Fesvial en el diagnóstico de que no debemos confundir lo que el conductor es capaz de hacer al volante por sí solo con lo que es mérito de la tecnología. "A veces es la máquina la que está conduciendo; corrige los errores y ni siquiera somos conscientes del riesgo", alertó.
En muchos casos, los años acumulados como conductor no son, en opinión de este experto en seguridad vial, más que "experiencia envenenada por la rutina"; es decir, la mera acumulación de kilómetros empujada por la inercia de errores mil veces (o un millón de veces) cometidos. Ramos reivindica el papel de los profesores de formación vial, llamados a desterrar un tipo de educación al volante que durante décadas se atuvo a este patrón: "Una formación deficiente y luego a aprender por ensayo y error".
Fuente: El Mundo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para hacer comentarios en el blog de Asextra, debes estar registrado.