Profesores voluntarios imparten clases teóricas en prisión y
después los reclusos hacen las prácticas durante los permisos penitenciarios.
La educación vial se ha afianzado como una de las
prioridades en la actual política penitenciaria. Los motivos son obvios. En
2017, los tribunales españoles dictaron casi 82.000 sentencias por delitos
contra la seguridad vial. O lo que es lo mismo, una de cada tres condenas en
España tiene que ver con la conducción, según datos de la Fiscalía. Otra cifra
a tener en cuenta: el 77% de los reclusos conducía antes de ingresar en
prisión…, pero casi una tercera parte lo hacía sin el permiso de conducir. De
hecho, más del 50% de los internos carece del carnet debido a la falta de
recursos económicos, las dificultades con el idioma o por una escasa formación
escolar, entre otros motivos.
Todas estas estadísticas han llevado a los responsables de
las cárceles españolas a tomar cartas en el asunto. “Numerosos estudios
demuestran la alta prevalencia existente en los accidentes sufridos y las
infracciones de tráfico provocadas por sujetos de personalidad antisocial, poco
respetuosos con las normas y valores establecidos”, admite la Secretaría
General de Instituciones Penitenciarias. Para combatir esta conducta, este
organismo que depende del Ministerio del Interior ha impulsado en los últimos
años distintos planes para fomentar y sensibilizar a la población reclusa en
estas cuestiones. Profesores voluntarios imparten clases teóricas en prisión y
después los reclusos hacen las prácticas durante los permisos penitenciarios.
Fuente: motor.elpais.com
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