El grado de sensibilización respecto a la conducción ebria es mucho mayor ahora que en los tiempos en que Steve Wonder hizo famoso el eslogan “Si bebes, no conduzcas”. Con todo, sigue siendo muy elevado el número de accidentes de tráfico letales que tienen entre sus principales causas el consumo de alcohol. En 2012, por ejemplo, en la mitad de los accidentes mortales el conductor había bebido.
Las cosas podrían cambiar si un nuevo desarrollo polaco acaba por ver la luz. Un equipo de científicos ha publicado en la revista Journal of Applied Remote Sensing un artículo que muestra un sistema para detectar la presencia de alcohol en el aliento de los ocupantes de un coche en movimiento. Algo así como las fotos de los controles de velocidad en versión alcohólica.
El dispositivo incorpora un láser que “cruza” el coche y rebota en un espejo que lo devuelve a un sensor capaz de determinar las pequeñas concentraciones de alcohol que hay en el interior del vehículo. El sistema puede determinar si el nivel de concentración del alcohol en sangre está por encima del 0,1 por ciento interpretando los datos del vapor de alcohol detectado (se estima que la concentración en sangre es 2.100 más alta que la encontrada en el aliento, como señala PopSci).
Un sistema muy falible
Todo esto es, claro está, en teoría. Los investigadores reconocen que se trata de un sistema imperfecto, en el sentido de que puede hacer saltar las alarmas cuando quizá el conductor sea abstemio. Obviamente no distingue si la presencia de alcohol se corresponde al conductor o a un pasajero… O si esa mañana se rompió una botella de vino en el interior del coche. También se puede ver afectado por las ventanas abiertas o el aire acondicionado.
Tampoco está muy claro si se podría engañar con caramelos mentolados. Vamos que, por mucho que la tecnología pudiera interesar a los responsables del tráfico, no serviría para el multazo directo como en los controles de velocidad. Más bien serviría para discriminar de entrada qué vehículos merece la pena detener en un control de alcoholemia.
Dicho esto, la nueva tecnología supone un gran avance respecto a los sistemas tradicionales. Sólo por probar si funciona, merecería la pena llevar siempre a bordo una cervecita abierta. Hemos pasado del camine en línea recta, póngase un dedo en la nariz, etc., al alcoholímetro que te deja sin aliento. Y de ahí al láser para la detección remota. Un poco como el paso de la Edad Media al siglo XXI en apenas un puñado de años. (Información)
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