El seguro del automóvil concentró en 2015 el 53 % de los importes reclamados de manera fraudulenta a las aseguradoras, que afrontan casos como el de un conductor en Asturias que compró un coche declarado como siniestro total y fingió, meses después, un accidente tirándolo por un barranco y reclamó a su compañía de seguros 21.000 euros.
El fraude fue descubierto por Pelayo, aseguradora premiada en el XXII Concurso sectorial de detección de fraudes organizado por Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras (ICEA).
Según demostró la aseguradora, el conductor había adquirido el coche en estado de siniestro total por un valor muy inferior al que reclamaba a la compañía, y había buscado una carretera aislada para simular el accidente.
La noche del supuesto accidente, el conductor llamó a su servicio de asistencia en carretera, sin parar de hiperventilar, como si estuviera sufriendo un ataque de ansiedad como consecuencia del siniestro.
Según relató entonces, viajaba por una carretera secundaria de Asturias, y al tomar una curva el vehículo se había salido de la vía y había caído por un terraplén, dando varias vueltas de campana.
Cuando la aseguradora recibió la documentación del siniestro, el caso resultaba extraño: pese a que el coche era un amasijo de hierros, el conductor había salido prácticamente ileso del accidente, y sólo presentaba un rasguño en la mano.
Además, el pretensor del cinturón de seguridad no se había activado, la ventanilla del conductor estaba bajada y la zona era de tan difícil acceso que el vehículo no pudo ser rescatado por la grúa hasta la mañana después de que sucediera el accidente.
En su declaración, el conductor aseguró que, cuando se produjo el accidente, se desplazaba a un pueblo cercano para ver a una supuesta amante y que había decidido viajar por la vía secundaria para evitar pagar el peaje en la autovía.
La investigación de la aseguradora Pelayo reveló que la factura de compra del vehículo por 21.000 euros que presentó el conductor tras el accidente era falsa, y que el hombre había adquirido el coche hecho un amasijo de hierros por 2.400.
El mismo vehículo había sido declarado meses antes en situación de pérdida total tras un grave accidente, y 19 días después del siniestro fue adquirido por el asegurado.
El hombre aseguró que había comprado el coche por 21.000 euros, a pesar de que el plazo de tiempo no parecía suficiente para que hubiera sido totalmente reparado después del accidente.
Además, los golpes que presentaba el coche tras salirse de la vía y caer por el terraplén coincidían en buena medida con los que había sufrido en aquel primer siniestro.
Según el sondeo de UNESPA, de los 51,7 millones de siniestros atendidos por las aseguradoras en 2015, 306.000 fueron reclamaciones fraudulentas.
Fuente: EFE Empresas
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