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viernes, 24 de mayo de 2013

El casco de la discordia

Aunque el aumento del límite de velocidad hasta los 130 km/hora en algunas vías rápidas fue la que acaparó todos los titulares, ha sido otra de las propuestas de la Dirección General de Tráfico (DGT) incluida en el borrador del Reglamento General de Circulación la que está levantando una considerable polvareda. La obligatoriedad de usar el casco en todo tipo de vías, incluidas las urbanas, cuando se circula en bicicleta se ha encontrado con el rechazo frontal de las asociaciones de ciclistas. Frente a los que defienden este dispositivo de seguridad que proporciona protección y evita lesiones cerebrales, sus detractores aseguran que los datos de siniestralidad de ciclistas en ciudad no justifican una obligatoriedad que, a su juicio, disuadirá a mucha gente de seguir desplazándose en bicicleta.
«No hay más que echar un vistazo al resto de Europa, a países como Holanda, Bélgica, Dinamarca o Alemania, que nos llevan años en ciclismo urbano. Allí no es obligatorio el uso del casco y no entienden esta norma», comenta Higinio Otazu, socio y una de las cabezas visibles de la asociación de ciclistas urbanos Kalapie, que a mediados de mes organizó una protesta en Donostia en la que pedalearon a gritos de «Ez, ez, ez, kaskorik ez». Para Otazu, una medida de este tipo da al traste con las políticas de promoción de la bicicleta que están impulsando algunos municipios, y se plasmará en un descenso del número de ciclistas. «Los ahuyenta. Imagínate tener que ir con un casco todo el día para hacer un pequeño trayecto por el centro de Donostia, o quien va hacer recados, los chavales que van a clase, o quien ha quedado para dar una vuelta en un momento de ocio... ¿Dónde dejas el casco si tienes que ir haciendo recados por la ciudad? Al final puede resultar incómodo y dejas de usar la bicicleta». Otazu asegura que en Australia, donde sí es obligatorio, el número de ciclistas urbanos «descendió un 40%».
El socio de Kalapie cree que los datos de siniestralidad urbana no justifican una medida que considera desproporcionada, y advierte por contra de los efectos negativos que puede acarrear, «porque desplazarse en bicicleta, además de ser una forma de moverse barata y no contaminante, supone hacer ejercicio y evita problemas de corazón, obesidad... Hace unos meses el ministro francés de Salud dijo que Francia debía a la bicicleta millones de euros ahorrados en salud pública». (Seguir leyendo)


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