El alto cargo del Gobierno, que permaneció en Sevilla hasta el domingo, aterrizó en la DGT hace un año sin experiencia en Tráfico
"No he pensado dimitir porque entiendo que no tengo ninguna causa". Y punto. Con estas palabras, pese al caos en la gestión de las carreteras durante la nevadadel fin de semana, el máximo responsable de Tráfico en España, Gregorio Serrano, ha descartado este lunes dejar la dirección de la DGT. Y lo hizo mientras encadenaba reproches hacia la concesionaria de la AP-6 y hacia los conductores, con lo que intentaba desviar todas las culpas y rehuía asumir errores y responsabilidades. Según él, que permaneció en Sevilla hasta el domingo, estas hay que pedirlas en otra ventanilla.
Serrano (Sevilla, 1967) llegó a la DGT a finales de 2016. Sin ningún tipo de experiencia en Tráfico —a diferencia de sus antecesores—, aterrizó en este departamento de Interior de la mano de Juan Ignacio Zoido, con el que compartió el gobierno del Ayuntamiento de Sevilla y, antes, varios años de oposición. Este profesor universitario de Derecho Financiero y Tributario se había convertido en la capital hispalense en uno de los fontaneros del entonces alcalde de la capital andaluza. Así que, cuando el ahora ministro dio el salto a Madrid, se lo llevó con él. "Zoido jamás podrá pagarle a Serrano los servicios prestados en los años de gobierno [local]", ha escrito Carlos Navarro Antolín, periodista de Diario de Sevilla y autor de uno de los libros que perfila el ascenso de Zoido al poder.
Desembarco
Desde su desembarco en la DGT, hace apenas un año, Serrano ha afrontado varias crisis. La más mediática se produjo cuando toda la oposición exigió la comparecencia del ministro en el Congreso por la supuesta cesión irregular de una vivienda de la Guardia Civil al director general de Tráfico. Pero ha habido otras menos sonadas. Por ejemplo, los examinadores de la DGT mantuvieron una huelga durante seis meses, que se tradujo en la suspensión de 219.000 pruebas prácticas para obtener el permiso de conducir. Una vez acabado el conflicto, los empleados acusaron a Serrano de "mentir" y verter "una sarta inexplicable de falsedades".
Todo ello, mientras Tráfico no frena el cambio de tendencia de la siniestralidad en las carreteras, que afronta un aumento de las víctimas mortales tras una década de descensos. Serrano lo achaca al aumento de la movilidad o al envejecimiento del parque móvil. Eso sí, una de las medidas "urgentes" que anunció hace un año no acaba de aplicarse: de los 60 nuevos radares fijos solo se han puesto 18.
Fuente: El País
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