ESPAÑA sigue teniendo como gran industria el turismo. Ya en tiempos del directorio militar del general Primo de Rivera se puso en marcha una iniciativa de Estado, los paradores de Turismo, que sigue en auge hasta nuestros días.
Eso ocurre porque, según el dato que nos ha anticipado el presidente del Gobierno, el pasado año vinieron a España 82.000.000 de turistas. Cifra que cuesta leer. Como es lógico, hoy en día la mayoría de esos turistas llegan en avión.
Muy pocos en barco y algunos por carretera. Lo que sí sabemos es que muchos de los que llegan a España en avión después alquilan un automóvil para moverse por nuestra geografía peninsular o insular.
Probablemente uno de los principales puntos de entrada de vehículos sea el puerto de Santander, donde Brittany Ferries sirve dos líneas con Portsmouth y Plymouth, en el Reino Unido.
Según los datos de la compañía, en el año 2017 el servicio fue utilizado por unos 78.000 coches, el 95 por ciento de los cuales eran británicos, algo más de 14.200 motoristas, británicos casi al por cien, y otros 14.200 camiones que se reparten al 50 por ciento entre españoles y británicos. Es decir, que al año hay al menos unos 100.000 británicos que conducen por carreteras españolas -en cada automóvil puede haber más de un conductor.
En estos días de inclemencias metereológicas, esos anglófonos tienen que consultar el estado de las carreteras en la única fuente de información fiable que existe: la página web de la Dirección General de Tráfico.
Pues pásmense: esa página en un país que recibe 82 millones de turistas no tiene información en inglés ni en ningún otro idioma. ¿Así es como fomentamos el turismo? ¿Así es como facilitamos que recorran España nuestros visitantes?
¿De verdad es tan caro o tan difícil facilitar esa información en inglés? Seguro que si las competencias de tráfico en Cataluña no estuvieran en manos de la Generalidad, también se ofrecería esa información en catalán. Pero en inglés no se da un solo dato.
Tan exigua es la información de la DGT para los extranjeros que el propio consignatario de Britanny Ferries en Santander me confesaba días atrás que su compañía advierte telefónicamente a los propiestarios de los vehículos que llegan a Santander de las inclemencias y problemas en las vías.
Un servicio que uno pensaría que puede corresponder a la DGT. Pero en la DGT no están para traducciones. Se ponen la boina y el que no hable castellano que se vuelva a su casa. Haciendo patria.
España es un país que nunca ha tenido un presidente del Gobierno que hable inglés con la suficiente fluidez como para mantener una conversación sin la ayuda de traductores. Es por ello que sorprende doblemente que nadie haya advertido que si entre nosotros el dominio del inglés es casi excepcional, ¿cómo podemos pretender mantener una industria turística inmensa sin dar las máximas facilidades a quienes nos visitan?
Cualquiera que se asome al otro lado del estrecho de Gibraltar verá que a pesar de que la lengua árabe es hablada por uno 250 millones de personas, todas las indicaciones están también en francés. Pues nosotros nada. La DGT no ofrece ni un dato en inglés.
Perdón. Llegados a este punto debo enmendar mi afirmación. La web de la DGT sí ofrece una información en inglés: la de qué hay que hacer para pagar las multas que se ponga a los conductores que no hablan español.
Y ahí sí que han hecho un esfuerzo. La información del pago de sanciones se ofrece también en francés y alemán. Para algunas cosas sí que se dan todas las facilidades.
Fuente: Periodista Digital
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