Isidro Montes vive en Cáceres, tiene 55 años y sacó el carné de conducir a los 18. «No era difícil el examen práctico, quizás nos resultaba más complicado el teórico», recuerda. A Isidro, como a la mayor parte de los ciudadanos, no le habían llamado nunca la atención las dificultades que tenían los discapacitados para conducir un automóvil hasta que el problema le estalló en casa.
«Tengo dos hijas de 30 y 24 años y dos hijos gemelos de 21. La de 24 tiene una discapacidad en el brazo derecho. Nunca le había interesado mucho sacarse el carné de conducir, pero, hace mes y medio, me dijo que le apetecía tenerlo y empecé a realizar los trámites», explica. Le dijeron que su hija debía hacerse un reconocimiento de valoración. La examinaron y le aclararon que necesitaba un coche adaptado con las marchas automáticas y un pomo en el volante. Con estos datos, empezó a visitar autoescuelas y, poco a poco, fue desesperándose.
«Estuve en siete autoescuelas de Cáceres y ninguna tenía un coche adaptado para enseñar a conductores con discapacidad. Me cercioré de que en Cáceres no había ninguna con ese tipo de vehículo y comprobé que si mi hija quería aprender a conducir, tendría que hacerlo en sendas autoescuelas de Badajoz y Plasencia, que sí cuentan con estos vehículos», detalla su experiencia.
Tras visitar las autoescuelas, Isidro se acercó a las instituciones y asociaciones de discapacitados, donde le dejaron claro que poco podían hacer ellos en ese tema. Tocó entonces el turno de la Delegación Provincial de Tráfico. «Me ha recibido en dos ocasiones el subdelegado de Tráfico, que ha sido muy amable y comprensivo, pero me ha explicado que ellos no pueden hacer nada pues las autoescuelas son empresas privadas y no están obligadas a tener vehículos adaptados», cuenta Isidro.
Cuando su hija se enteró de los problemas que ocasionaba su deseo de conducir, le dijo a su padre que se olvidara del tema y pareció resignarse. «Pero como padre, me siento desesperado y muy enfadado», se rebela.
En las autoescuelas cacereñas, le han sugerido que si él pone el coche no tienen problema en enseñar a su hija. Pero un coche automático no le sale por menos de 12.000 euros más unos mil euros por adaptarlo y ponerle dobles pedales. Su hija le dice que se olvide, que deje de preocuparse, que va a tener problemas y que sacarse el carné puede salirle carísimo.
La joven tiene un trabajo temporal en Cáceres, pero cuando busca empleo, descarta de antemano todos aquellos que están fuera de su ciudad por no poder tener coche. La otra solución es irse a Plasencia o a Badajoz, pero entre el teórico y el práctico, serían un montón de viajes y mientras trabaje, resulta complicado.
«Este tema es serio. Si todos debemos ser autónomos e independientes y tener las mismas oportunidades, lo que está pasando es un caso de marginación y no solo con mi hija, sino con cualquier discapacitado que quiera sacarse el carné en Cáceres porque no hay coches adaptados para ninguna discapacidad», denuncia Isidro.
Lo paradójico del caso es que Cáceres es una ciudad que presume de accesible. Desde su ayuntamiento se realiza un esfuerzo importante para eliminar los obstáculos a la movilidad. Pero a la hora de conducir, hay que marcharse a Badajoz o a Plasencia.
Isidro deberá recurrir, quizás, al parche hispánico, multisolución de tantos problemas. Le han hablado de un señor que tiene un coche automático, que quizás se lo alquilaría, que quizás le podría poner el doble pedal, pagándolo, claro... Más la autoescuela, más la matrícula... «Me siento impotente. Aquí todos se lavan las manos». Palabra de padre desesperado. (Información)
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