El ministro de Interior, Jorge Fernández , ya ha sufrido el correspondiente ataque de filantropía que asola a todos los ocupantes del cargo. Se ha pertrechado de cifras para recordarnos a los españoles que tenemos que correr menos cuando conducimos y que, tercos como somos, se verá obligado, como sus antecesores socialistas, a obligarnos a ello. Porque la verdad es que no hacemos ni caso. En la práctica, claro, porque todo el aparato mediático y político corre presurosos a recordarnos que las imprudencias se pagan muy caras.
En paralelo, los eurócratas de Bruselas, siempre pendientes de nuestra seguridad, elaboran una norma pancontinental con una tentación muy filantrópica: velocidad máxima de 30 kilómetros por hora en la ciudades. (Leer más)
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