No les basta con recortar. Ahora van a ponerse a evaluar a tope lo que producen los trabajadores del empleo público. Tarea difícil visto lo visto. No digo mala si se tratara de aprender, orientar, mejorar el rendimiento y pagar, si llega el caso, un incentivo. Digo difícil porque el quid de la cuestión está en saber quién y con qué criterio se evalúa esa productividad. ¿Los políticos designados a dedo? ¿Cuál de ellos me va a tocar que evalúe si soy una buena funcionaria o no? ¿Qué sabe un político de si soy buena o mala en mis funciones? ¿A qué llama un político "productividad"? Las respuestas no parecen complacer a los profesionales. Veamos un ejemplo: soy veterinaria por oposición y dependo de un ministerio. Examino un cochino y sé si esta limpio o sano o vivo o muerto. Y opino que está enfermo. Y al alcalde del pueblo donde aparece la epidemia se le tuerce el colmillo porque piensa (si es que piensa) que eso repercute en sus gestiones y dice que no, que esa veterinaria no puede decir lo que dice, y va y se lo cuenta a su amigo del gobierno que, a su vez, es amigo del consejero de sanidad elegido por designación a dedo político es decir, no por ideología o por oposición, sino por amiguismo o deudas de juego o trinque económico o porque le deben dos favores y un barril de vino. ¡Vaya usted a saber! Bueno, pues va y lo llama y le dice "mira que esa veterinaria me viene jodiendo con el tema de los cochinos" y el consejero le contesta "tranquilo, que eso lo arreglo yo que para eso soy el que puntúa y soy el que dice si produce o no produce esa listilla de mierda que se cree que porque haya ido a la universidad lo sabe todo sobre cochinos. Ahora verás tú". Cuelga. Y me llama y me presiona y me dice "chica, por Dios, que vas a arruinar al pueblo, que ya van tres cochinos que dices que están enfermos y si cierran los chiqueros se lía y todos van a ir contra el alcalde. Haz el favor, que está en juego mi cargo y con decir que no produces, tengo". Conclusión: las presiones sobre los funcionarios serán cada vez mayores por parte de los jefes de servicio, varios cochinos muertos, alguna nueva enfermedad propia de la especie que ocultarán los gobernantes para que no cunda el pánico, los funcionarios firmando informes porque si no, ya se sabe, producen poco o producen mal, y aquí paz y allá su gloria. La de ellos, claro. La de los funcionarios ya la conocen: presionada, recortada y malherida, como siempre. (Artículo)
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