La rotulación de la señalización vial en uno o dos idiomas tienen patrones de comportamiento diferentes según la comunidad de la que se trate o de la particularidad del idioma, pero con un denominador común: han generado polémicas y han llegado a los tribunales, donde la tónica ha sido la revocación de las sanciones impuestas en lugares donde sólo se señalizaba con la lengua autóctona. El debate está servido en Valencia, donde el delegado de gobierno ha instado al ayuntamiento a incorporar el castellano en la nueva tanda de señalización en el centro de la ciudad, sólo rotuladas en valenciano hasta el momento.
Ayer continuaron las réplicas y contrarréplicas. Así, tomó partido el alcalde, Joan Ribó, quien, como es fácil imaginar, adoptó la tesis en las antípodas de la de Juan Carlos Moragues. Preguntado por el plazo de un mes que hay para atender el requerimiento del delegado de gobierno, el alcalde dijo que «con un mes hay tiempo suficiente para estudiarlo». Para inmediatamente pasar al contraataque asegurando al delegado del Gobierno que el ayuntamiento «cumple con sus obligaciones» y le ha advertido de que él también tiene que «cumplir con las suyas. Tiene muchas infraestructuras en esta ciudad y debe cumplir también las leyes de uso del valenciano que no está cumpliendo en absoluto. Está en la Comunitat Valenciana, no en Castilla La Vieja, y en la Comunitat Valenciana hay dos idiomas oficiales, el castellano y el valenciano». Y tildó la polémica como «una cortina de humo».
Y la presidenta del PPCV, Isabel Bonig, afirmó que al Ayuntamiento de Valencia «no le costaría nada cumplir la norma» y titular las señales de tráfico en castellano y valenciano, porque «esta ciudad la visita muchísima gente».
«Me parece fenomenal que se rotule en valenciano, porque esta es una comunidad bilingüe donde las dos lenguas son cooficiales y es obligatorio saberlas, pero donde antes, cuando estaba el Partido Popular en el gobierno, había coexistencia sin problema, ahora hay imposición».
En Galicia se zanjó la cuestión en 2013, cuando el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo dio la razón a un vecino a quien se le llevó la grúa un coche por estacionar en zona de carga y descarga, pero cuya señalización estaba escrita sólo en gallego. El ayuntamiento de Pontevedra, la parte demandada, intentó justificarse en que el vecino debía entender «necesariamente» el gallego por residir varios años en Galicia.
La similitud entre el castellano y el gallego „aplicable seguramente al valenciano„ fue reconocido por la juez, que expresó que resultaba «de difícil credibilidad» no entender las señales, pero el articulado de la ley no daba lugar a otra sentencia. Posteriormente, otra sentencia sí que castigó a un conductor porque, aparte de los textos en gallego (referidos al horario de carga y descarga) había señales que sí que debía haber atendido, como la circular roja y grana de «prohibido aparcar» o las líneas amarillas del suelo.
Cataluña, sólo catalán
Cataluña sólo tiene un idioma: el catalán. Y esto ha suscitado campañas como la de Convivencia Cívica Catalana reclamando una señalización vial bilingüe después de, una vez hecho un muestreo, destacaba que tan sólo el 5,2% de las señales viarias en Cataluña son en los dos idiomas oficiales y que el 94,2 lo son exclusivamente en catalán.
Esta situación ha creado fenómenos virales, incluyendo la descarga de formularios e instrucciones para recurrir las sanciones. Apelar a tres sentencias del Tribunal Constitucional lleva a que el reclamante acabe solicitando «que sean declarados nulos y anulados el presente expediente sancionador y la denuncia, ya que la señalización indicada no se ajusta a la legislación y por incurrir en uno de los vicios que determinan la nulidad «ab radice», según lo dispuesto en el artículo 62 de la Ley 30/1992, cual es lesionar derechos y libertades susceptibles de amparo constitucional».
En las Islas Baleares priman las señales en catalán y aunque en ciudades como Palma no han suscitado polémica, ésta sí que ha llegado a otras ciudades. Es el caso, por ejemplo, de Inca, donde el partido en el gobierno, los nacionalistas de Més per Inca, tuvieran que acatar una disposición del Defensor del Pueblo tras la queja de un ciudadano.
El caso vasco
En el País Vasco es habitual encontrar las señales en castellano y euskera. La evidente diferencia entre ambos ha hecho del bilingüismo una situación habitual. Aunque se han producido en su momento polémicas, como cuando la Diputación de Gipuzkoa, en manos de Bildu en 2014, rotuló la entrada al territorio con un bilingüismo pero en euskera e inglés: Euskal Herria / Basque Country.
Fuente: El Mercantil Valenciano
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