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sábado, 3 de agosto de 2013

¿Cómo prevenir la trombosis del viajero?

Este padecimiento puede iniciarse en cualquier desplazamiento en el que el viajero esté más de 2,5 horas inmovilizado, sea en avión (tanto en clase turista como business), coche, tren o cualquier otro método de transporte.

La llegada del calor y de las vacaciones marca estacionalmente un repunte de los casos de trombosis venosa entre las personas que realizan viajes largos. Por este motivo, el Capítulo Español de Flebología y Linfología (CEFyL) de la SEACV (Sociedad Española de Angiología y Cirugía Vascular), la sociedad médica que se ocupa de los problemas venosos y linfáticos en España, ha hecho una recomendación de salud pública “para que las personas que hagan viajes largos, realicen cada 2,5 horas una serie de ejercicios de movilización de la bomba muscular de los miembros inferiores, con el fin de activar la circulación de las piernas y evitar en la medida de lo posible las trombosis del viajero”.
Tal y como ha explicado el presidente del CEFyL, el doctor Vicente Ibáñez, “preferimos hacer uso de la expresión ‘trombosis del viajero’ en vez de ‘síndrome de la clase turista’ ya que es una denominación más precisa. La formación de trombos en viajes largos puede iniciarse en cualquier desplazamiento en el que el viajero esté más de 2,5 horas inmovilizado, sea en avión (independientemente de si vuela en clase turista o en business), coche, tren o cualquier otro método de transporte”.
La trombosis se genera debido a la ralentización del retorno venoso como consecuencia de la inmovilización de la bomba muscular de las piernas, “que está la mayoría del tiempo inactiva en los viajes largos. Esto da lugar en ocasiones al comienzo de los procesos naturales de coagulación de la sangre en las venas de las piernas y que, en el peor de los casos puede desembocar en la formación de trombos. El resultado puede llegar con manifestaciones que varían desde molestias leves como edema, entumecimiento, hormigueo en miembros y cansancio en general, hasta otras más graves, como una tromboflebitis de la pierna e, incluso, en los peores casos, un tromboembolismo pulmonar, como consecuencia final de este proceso”. (Seguir leyendo) 
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