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miércoles, 13 de marzo de 2013

¿Debe dimitir un cargo público por haber dado positivo en un control de alcoholemia?

Paseaba un día Thomas Jefferson con un amigo  y un esclavo que se cruzó con ellos lo saludó con gran cortesía,  gesto que el presidente respondió con suma amabilidad. ¿Por qué se ocupa usted de saludar a un esclavo negro?, le preguntó su amigo. Sentiría mucho, respondió Jefferson, que un esclavo superara a un presidente en urbanidad y cortesía. Pompeya Sila, la mujer de César, era responsable de los ritos de la Bona Dea, una liturgia donde los hombres no podían participar. Durante las celebraciones del año 62 a. C., Clodio Pulcro consiguió colarse en la casa disfrazado de mujer, al parecer con la intención de beneficiarse a la propia Pompeya. El asunto llegó a oídos de César que, aunque admitió que no la consideraba cómplice, inmediatamente se divorció de ella, pronunciando el célebre “la mujer de César no sólo debe ser honrada, además debe parecerlo”. En la antigua Roma, de hecho, la figura más respetada era la del Censor, cuyo principal papel era purgar del censo aquellos ciudadanos cuya conducta moral, personal, no resultaba conveniente para ejercer la función pública. Como dice mi señor padre, “puedes parecer honrado y  no serlo; pero no puedes serlo y no parecerlo”.


La función de un gobernante no es, o no debe ser, únicamente gestionar los recursos públicos. También, y fundamentalmente, debe gestionar la sociedad a la que dirige y tratar de hacerla cada vez mejor. No es lo mismo que me mienta mi vecino a que me mienta el presidente del Gobierno. Cualquiera puede dar positivo en un control de alcoholemia pero cualquiera no puede ser cargo público. O no debería poder. Máxime cuando además la mayor parte de nuestros gobernantes no tienen una formación técnica de ningún tipo. Si encima tampoco tienen un comportamiento moral ejemplarizante, ¿qué razones quedan para que dirijan nuestra sociedad?
El perfil de muchos de nuestros servidores públicos hoy en día es el de una persona mal formada, con una pésima educación y unos peores modales. Y eso tiene un coste social tremendo. No es, como ellos defienden, que la sociedad tenga unos valores viciados y que ellos sean la consecuencia. Ellos deben ser la solución, el ejemplo a seguir, no un mero reflejo complaciente. No puede uno quejarse de que su hijo es un maleducado, es tu responsabilidad educarlo correctamente.   (Leer más)
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