La atención a las emergencias sanitarias que prestan en Aragón oenegés como Cruz Roja y DYA, así como algunas agrupaciones de Protección Civil, se reducirá drásticamente a partir del próximo año. La ley de transporte sanitario que el Gobierno central promulgó en el 2012, con afán de profesionalizar los servicios, ha tenido como efecto colateral que las oenegés pierdan, tras el proceso de homologación que se cerró hace unas semanas, a la mayoría de sus conductores, que ya no podrán prestar el servicio grautitamente, desde el próximo mes de enero.
"De los alrededor de 3.000 voluntarios que tenemos en emergencias, solo hemos podido habilitar a 300", asegura Fernando Pérez, coordinador autonómico de Cruz Roja. "Es cierto que no todos eran conductores de ambulancia, pero hemos perdido muchos", asegura. En la asociación DYA Zaragoza la situación es aún peor, por su mayor volumen. De alrededor de 30 conductores --tirando por lo alto, indica su vicepresidente Diego Guerrero, ya que no todos los inscritos tienen disponibilidad habitualmente--, unos 10 no han podido conseguir el permiso.
Y a estas cifras se une el nuevo requisito legislativo de que cada ambulancia cuente con dos conductores, algo razonable por seguridad pero que a efectos prácticos reduce a la mitad los efectivos que áun les quedan.
La Ley de Transporte Sanitario del 2012 fijaba nuevos requisitos para los conductores de ambulancia, que a nivel general pretendían asegurar que estos fueran profesionales. Para las oenegés, los que presten servicio a partir de ahora deberán contar no solo con el carnet de conducir específico, el BTP, sino con un grado medio de asistencia sanitaria.
La norma habilitaba una salvaguarda para quienes ya estuvieran ejerciendo de conductores en las oenegés cuando fue promulgada --en junio del 2012--, y tuvieran tres años de experiencia acreditada. Cinco, si se trata de las de soporte vital avanzado, las conocidas como uvimóviles.
FORMACIÓN Pero estas medidas específicas no han resultado de gran ayuda a las oenegés, según lo exponen. Por un lado, el curso de homologación es caro, de unos 1.000 euros por alumno, que no se pueden permitir en ninguna de las cuatro academias que lo imparten en Zaragoza. Ni pueden pedir a sus voluntarios, que bastante hacen con prestar el servicio gratuitamente.
Existen cursos de formación gratuitos del Inaem, pero tienen requisitos muy específicos, como estar en paro y tener entre 30 y 45 años. Además, se convocan cada muchos meses. Por último, existe la posiblidad de obtener el grado medio necesario, pero hasta donde han podido saber los responsables de las oenegés solo lo imparte el IES Río Gállego de Zaragoza, y en horario nocturno, lo que hace que muchos de los voluntarios no puedan cursarlo. Suponiendo que tuviesen estudios y la nota de corte se lo permitiese.
Esto explica parte de la pérdida de conductores habilitados, pero quedarían los que ya llevasen tres años en el 2012. El problema, según explica Guerrero, es que este perfil es difícil de conseguir. "El voluntariado es algo muy rotatorio, la gente suele aguantar tres años. Hay que tener en cuenta que lo hacen gratis, aunque lo hagan porque les gusta, y las circunstancias cambian mucho", explica. (Información)
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