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miércoles, 9 de septiembre de 2015

La triste razón por la que los chinos rematan a los peatones que atropellan

Muchos recordarán esos vídeos provenientes de China que cada poco tiempo aparecen en los programas de televisión de impacto para horror de los espectadores. En ellos se suele ver a un coche atropellando a un peatón y, en lugar de auxiliar al infeliz caminante o huir, lo remata una y otra vez. El más popular de ellos probablemente fuese el que se convirtió en viral en 2011, cuando un camionero remató a un niño de cinco años dando marcha atrás, aunque casi todos los años hay casos semejantes. Suena a leyenda urbana, pero se trata más bien de una verdad a medias que, a base de repetirse, ha terminado por convertirse en una máxima.

Hay razones para el comportamiento salvaje de estos conductores (cada cual habrá de decidir si son buenas o malas): se trata de una consecuencia perversa de la ley de dichos países, por la cual resulta más barato –económica y penalmente– acabar con la vida de un atropellado que dejarlo con vida. Era algo sabido desde hacía tiempo, pero que ha vuelto a estar en boca de todos después de que un artículo publicado en Slate retratase con detalle lo que ocurre. Ya lo explicó el conductor capaz de cambiar de marcha para acabar con la vida del niño: lo hacía para ahorrarse gastos.

¿Qué clase de gastos? Como explica Geoffrey Sant en su reportaje, el dinero que ha de pagar alguien que ha cometido un atropello con víctima mortal es relativamente bajo en comparación con el que ha de pagarse en caso de que sobreviva, y que equivale a sus cuidados médicos durante el resto de su vida. Entre 30.000 y 50.000 dólares (de 26.878 euros a 44.797) es el coste de un muerto; el de un vivo puede alcanzar los cientos de miles de dólares, como ocurrió con un hombre atropellado que recibió 400.000 dólares (358.000 euros) a lo largo de 23 años.

No se trata únicamente de una cuestión monetaria. Si la víctima muere, es mucho más sencillo para el culpable salir victorioso en un juicio en su contra, incluso en el caso de que haya testigos. Antes de las cámaras de circuito cerrado y los móviles, apenas se contaba con evidencia gráfica. Hoy en día, la corrupción hace que sea relativamente sencillo sobornar a la policía o contratar a un buen abogado. Es lo que ocurrió en Sichuan, donde un niño de dos años fue golpeado por un camión. Al niño no le había pasado nada y de hecho llegó a levantarse, pero fue aplastado bajo las ruedas del camión cuando este dio marcha atrás. Los policías afirmaron que el conductor no había pasado sobre el niño y que tampoco había dado marcha atrás, a pesar de los testimonios de los testigos y las grabaciones de vídeo. (Información)

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