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jueves, 18 de abril de 2013

El conductor más condenado


Japito, un vecino de Carballo de 23 años, es desde el martes el español con más penas por conducción temeraria. Y eso que nunca se sacó el carné.


Cuando en Carballo pasa algo gordo, Japito está en el ajo. Y si no lo está, le echan la culpa. Es lo que tiene ser el hijo de Ramón López López, uno de esos viejos delincuentes con la Guardia Civil tatuada en su sombra, fallecido el pasado mes de diciembre sin poder dejarle a sus hijos otra herencia que no fuera una celda en Teixeiro. Pese a que a sus 23 años Benjamín López Rojo, Japito, ya las hizo de todos los colores, no tiene delitos de sangre. Por suerte o por destreza de los agentes que se han tenido que resguardar en las cunetas por ponérsele delante. Lo suyo es el volante. Ahí es una ardilla. Podría recorrer las carreteras de Bergantiños con los ojos vendados. Lo han perseguido en coche, a pie, en helicóptero y hasta en bicicleta. El año pasado fue un Bin Laden ocultó en el poblado de O Sisto, una especie de Tora Bora donde la Guardia Civil entra rezando el padrenuestro.
 
Cuando un atracador quiere el mejor conductor, lo llama a él. Y cuando él quiere un buen atracador, tiene en su barrio de O Sisto la mejor cantera. Japito nunca dice que no. Por ser así de aventado, este martes se ha convertido en el español con más condenas por delitos de conducción temeraria. Y eso que nunca sacó el carné de conducir ni se le espera en la autoescuela. Con las tres sentencias de esta semana, ya acumula 23. Y en un mes será juzgado nuevamente. Lo esperan seis jueces. Por lo mismo. Si se suman todas las penas que acumula por conducir como un loco y las que le quedan en su horizonte más cercano, estaríamos ante un reo sentenciado a cadena perpetua. Por el momento, son 26 años a la sombra. Pero su abogado -Japito no ha escatimado en gastos a la hora de elegir uno de los más célebres, el penalista coruñés Ramón Sierra- intenta refundir todas las penas en un delito continuado, una estrategia legal que consiste en multiplicar por tres la pena más alta, y no sumarlas todas. (Seguir leyendo)
 
 

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