En días pasados la Dirección General de Tráfico publicó los datos de los fallecidos en las carreteras españolas. Como viene ocurriendo en los últimos años, sigue la curva descendente. Es un muy buen síntoma, pero no podemos conformarnos, ya que detrás de esas cifras hay personas y tragedias familiares muy difíciles de superar.
Desde el año 2006, además de las campañas de la DGT se instauró en España el permiso por puntos, que en mi opinión ha influido notablemente en este descenso de víctimas (muertos y heridos graves), ya que los conductores que se ven obligados a realizar un curso de Reeducación y Sensibilización, además de conocer normas, señales y nuevas tecnologías de los vehículos comprueban lo peligrosas que resultan algunas conductas realizadas anteriormente. En la mayoría de los casos cambian de actitud y son más responsables al volante, lo que ha ayudado en gran medida a la reducción de los accidentes.
De los factores que influyen en el tráfico, las personas son responsables entre el 85 % y 90 % de los siniestros.
Una intervención preventiva para evitar los accidentes de tráfico pasaría por la educación y la formación que, junto con la seguridad activa y la mejora de las vías, contribuirían a terminar con esa lacra. La educación vial debería comenzar en el seno de la familia, explicándoles a nuestros hijos los problemas que pueden encontrar en las vías y sobre todo, dando ejemplo con nuestro comportamiento y respeto hacia esas normas. Es necesaria una buena formación vial para que nuestros comportamientos sean seguros y responsables; de nada vale conocer la norma si no sabemos el porqué de la misma y las consecuencias.
Deberíamos pensar más en la formación de nuestros jóvenes que en la obtención del carné. Lo que se quiere ahorrar en formación se paga en las carreteras, y a veces, de forma trágica. (Artículo)
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