En vísperas de la Semana Santa se ha filtrado el borrador de una modificación del Reglamento General de Circulación proyectada por el gobierno. Lo que más ha llamado la atención a la opinión pública son los cambios propuestos relativos a la velocidad y a muchos se le ha quedado la idea de que el gobierno la va a aumentar. Sin embargo, si alguien lee la propuesta podrá comprobar que el límite genérico de velocidad en autopistas y autovías no cambia y eso de “los 130 km/h” es una “especie de caramelito” que pretende la distracción sobre el verdadero objetivo de la reforma, que es precisamente lo contrario: reducir los límites de velocidad a 90, 70 y 50 km/h, en el 90% de las carreteras españolas (148.500 kilómetros).
Y también se oculta que no siempre se cumple la regla que algunos invocan para justificar la reducción de los límites de velocidad en este tipo de vías: menor velocidad, menos accidentes. Los datos son claros: en 2004, cuando se circulaba a una velocidad media de 86,3 km/h se produjeron 8.460 accidentes con víctimas; al año siguiente, la velocidad aumentó 1,1 km/h y los accidentes bajaron a 7.924.
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