Casi siempre que hablamos de traumatismos craneoencefálicos, nos referimos a personas que han sufrido un accidente de tráfico. Y es que un 75 % de los mismos corresponden a accidentes de este tipo.
Entendemos por traumatismo craneoencefálico “una lesión o impacto en el cerebro causado por una fuerza externa que puede producir disminución o alteración del nivel de conciencia, lo que a su vez conlleva una disminución de las capacidades cognitivas y/o físicas” (Asociación Nacional de Daño Cerebral de los Estados Unidos). En la mayoría de accidentes de tráfico se produce un fenómeno denominado “efecto golpe-contragolpe” causado por las fuerzas de distensión provocadas por la desaceleración repentina. Esto es, nuestro cerebro que se encuentra envuelto por la estructura craneal se desplaza de forma brusca por ella, pudiendo causar daños en nuestro Sistema Nervioso Central. En ocasiones no es necesario que en el mismo momento de la lesión se observen afectaciones, sino que estas pueden presentarse en las horas o días próximos al accidente.
En ocasiones la persona puede manejarse de forma autónoma tras el accidente, otras veces puede haber conmoción cerebral, contusiones, hematomas o edemas que impidan a la persona mantener un nivel de conciencia y reduzcan el recuerdo del suceso, en ocasiones provocando un periodo de amnesia postraumática tras el mismo.
Por ello, siempre es aconsejable acudir a los servicios de urgencia tras un accidente automovilístico, sobretodo cuando notemos que hemos recibido un golpe en la cabeza. Allí nos realizarán una exploración neurológica para descartar cualquier alteración. Tras el accidente es habitual la presencia de dolor de cabeza moderado y sensación de inestabilidad, dolores generalizados, dificultad para concentrarse o conciliar el sueño, presentar un estado nauseoso y no recordar el traumatismo ni los minutos posteriores. Como ya hemos indicado estos síntomas pueden permanecer días. Sin embargo, si los síntomas se vuelven más graves, como por ejemplo:
1) Presencia de vómitos recurrentes
2) Somnolencia progresiva o dificultad para despertar
3) Dolor de cabeza o de cuello intenso
4) Sensación de mareo progresivo
5) Convulsiones o movimientos anómalos de la musculatura facial o de las extremidades.
6) Pérdida de capacidad motriz, disminución de fuerza o sensación de hormigueo en alguna extremidad.
7) Alteración del comportamiento y/o reactividad.
8) Diferencia del tamaño pupilar.
9) Alteraciones de la visión o de la posición ocular.
10) Anomalías en la emisión del lenguaje.
11) Alteraciones o desviaciones en la deambulación.
Ante estos síntomas es necesario acudir de nuevo a los servicios de urgencia, donde realizarán una exploración más completa.
Sarai García Hojas. Neuropsicóloga.
Martínez Bardají Psicología. www.psicologiaycoaching-zaragoza.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario