Imaginen que cada día se estrellaran siete aviones comerciales, con una media
de cien pasajeros a bordo. El impacto mediático de los accidentes aéreos,
incluso cuando ocurren a compañías sin renombre internacional y en lugares
remotos, desplomaría la confianza en la seguridad de las aeronaves como medio de
transporte. Y sin embargo, la misma cifra diaria de peatones fallecidos no
provoca ningún revuelo mediático. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada
día pierden la vida alrededor de 740 personas, unas 270.000 al año, como
consecuencia de un atropello.
Los viandantes fallecidos representan casi la cuarta parte del total de las
víctimas mortales por accidente de tráfico e incluso pueden alcanzar los dos
tercios en los países menos desarrollados, según cifras de Naciones
Unidas, que ha dedicado la Segunda Semana Mundial para la Seguridad Vial,
celebrada el pasado mayo, a la protección de los viandantes. Bajo el lema
Hagamos seguro caminar, la organización ha instado a los gobiernos a
“tomar medidas concretas para mejorar la seguridad de los peatones”. Son, junto
a los ciclistas, los usuarios más vulnerables de las vías.
“El chasis y la carrocería del peatón es su propio cuerpo”, recuerdan desde
la asociación Andando
para ilustrar la fragilidad de una persona frente a un vehículo
motorizado. “Los peatones y los ciclistas están completamente desprotegidos: no
tienen un armazón de hierro, un cinturón de seguridad o un airbag que
absorba la energía del impacto”, insiste un informe de la Comisión Europea. (Seguir leyendo)
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