Un estudio demuestra que, pese a los embotellamientos, las capitales españolas están lejos del infierno que representan Yakarta y Estambul para los conductores
Las ciudades con menores problemas para circular son Tampere, Róterdam y Bratislava
Cada día cientos de conductores españoles tienen que sufrir interminables atascos para acudir a su lugar de trabajo, llevar a sus hijos al colegio o realizar la compra. Sin embargo y pese a la percepción de que no hay nada peor que pasar un buen rato sentado en el coche para ir a la oficina, los embotellamientos en España se encuentran en la media mundial, según el ranking ‘Castrol Magnatec Stop-Start 2014’ que en colaboración con Tom-Tom mide la media de las veces que un conductor tiene que arrancar y detener su vehículo al año en 78 ciudades de Asia, Oceanía, Europa y América.
El estudio solo analiza la situación en las dos ciudades más pobladas de cada país. De esta manera, en el caso español, recoge que en Madrid un automovilista tipo que se enfrenta al tráfico urbano tiene que arrancar su coche unas 22.560 veces al año, mientras que en Barcelona la media es de 20.520.
Estas cifras quedan lejos del récord que tiene Yakarta, en Indonesia, donde un automovilista podría llegar a detener y arrancar el vehículo en un embotellamiento unas 33.240 veces al año. En segundo lugar se sitúa Estambul, en Turquía, que en 2013 lideraba el ranking de atascos y que el año pasado llegó a las 32.520 paradas y arrancadas de media. El tercer lugar está Ciudad de México, donde un conductor realizó una media de 30.840 paradas.
La primera ciudad europea que aparece recogida en el estudio de Castrol Magnatec es Roma, donde los automovilistas llegaron hasta las 28.680 paradas y arrancadas, las mismas que realizó un conductor moscovita.
Las mejores ciudades del mundo para circular son Tampere, en Filandia, donde un conductor realiza una media de 6.240 paradas anuales; Róterdam, en Holanda, con 6.360, y Bratislava, en Eslovaquia, con 6.840.
Los autores del estudio indican que lo normal es realizar una media de 8.000 paradas anuales, dado que por encima de esa cifra el tráfico se considera “pesado”. A partir de 18.000 paradas el motor comienza a resentirse gravemente por el esfuerzo que representan las aceleraciones y detenciones en las que el enfriamiento del bloque y engrase es muy limitado.
Los daños se traducen en averías en cilindros-bielas, sistema de refrigeración, embrague, frenos y en los circuitos antipolución en los coches diésel (sistema de filtro antipartículas y válvulas de recirculación de gases). (Información completa)
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