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domingo, 5 de junio de 2016

Orencio Machado: "Los gaditanos se sacaban el carné junto a la vía, en una pista horrible"

Orencio Machado es uno de los mayores expertos en el primer paso de la seguridad vial, es decir, la instrucción de los nuevos conductores a través de los exámenes de Tráfico. De hecho, empezó en este departamento en el año 1973, cuando entró de interino en la Jefatura Provincial de Cádiz antes de sacar una oposición que le llevaría de examinador a Barcelona. En 1979 regresó a Cádiz. Hasta el año 2002 su labor estuvo siempre relacionada con los exámenes de Tráfico tanto en Algeciras, como en Jerez o en el propio Cádiz. Tantos años de experiencia le sirvió para conocer las cualidades de los aspirantes, más allá de lo nerviosos que se pusieran, aunque siempre recuerda que uno no sabe conducir por tener el carné, que a conducir se aprende conduciendo. Y él sabe de eso porque lo sabe conducir todo, desde motos hasta camiones. En todo este tiempo, afirma, el modo de conducir ha cambiado radicalmente. Otros coches, otras carreteras. de lo que está seguro es que en los años 80, con la red de carreteras que existía y los coches con menor potencia había que tener mucha más pericia. Saluda la reducción de la siniestralidad, lo que achaca, en buena medida, a las campañas de la DGT. Posteriormente a su tarea de examinador pasaría a la Unidad de Sanciones, que es donde se jubilará el proximo año como jefe de este departamento. Ahora con la jubilación en mente, piensa en ser más activo en las terulias de El Terraza, lo que él llama el Lardhy gaditano, regentado por Pelayo, "el categoría, porque todo lo que propone dice que es de categoría". Se considera un gaditano de los jartibles. Pasó su infancia en la calle José del Toro y de aquellos tiempos recuerda un Cádiz muy tranquilo donde se jugaba en las calles.

Machado es una de las brújulas del tráfico de la provincia. Ha entregado el carné de conducir a miles de gaditanos desde que sacó sus oposiciones como examinador a mediados de los años 70. Él tiene todos los carnés posibles, incluido el de autobús de dos pisos, y se confiesa como un pésimo copiloto. A un año de su jubilación hace un balance. Seguimos conduciendo, pero es tan distinto...

-Usted es de Cádiz, Cádiz.

-De la calle José del Toro y de los jartibles, de los de yo me quedo en Cádiz.

-Un Cádiz tan distinto...

-Un Cádiz muy tranquilo. Jugábamos con las pelotas de trapo en Ancha y Mina. Con Diego Sales, el ex rector, jugaba yo a la pelota.

-¿Dónde estudió?

-En el Columela, que era el primer instituto de la ciudad. Fui de los que hice el último PREU. 

-También la educación era muy diferente.

-Bueno, era una mentalidad que no tenía nada que ver. Nos daban clase catedráticos de los que imponían. Recuerdo al padre Ramón, que era medio ciego y daba clases de sexto de Bachillerato. Se podía dar motivo para el revuelo, pero había un silencio reverencial. 

-¿De dónde le viene lo de los coches?

-Me gustaba conducir. Por entonces no había muchos jóvenes con coche. En mi casa los coches de la familia eran un 600 y un 800 y yo no tendría mi primer coche hasta que me puse a trabajar, que era un 1200, no sé si lo recuerda.

-¿Tuvo muchos problemas para sacarse el carné?

-A la primera. Cuando yo tenía 18 años los exámenes se hacían en la pista de San Cristóbal. Si había dudas te sacaban a la calle, pero yo me lo saqué en la pista.

-¿Y las oposiciones?

-En Madrid, coincidiendo con la muerte de Franco. Aquello fue duro porque no era el mejor momento para estudiar. Pero las saqué adelante y luego me formé en Barcelona, cuatro años. Era entonces la ciudad más moderna de España, mucho más que Madrid, y yo vivía en un piso desde el que se veía todo Montjuic.

-¿Ya había independentistas?

-Yo sigo yendo mucho por Barcelona y te encuentras con el taxista de Córdoba, el camarero de Granada, no entiendo el independentismo... Los catalanes eran y siguen siendo gente muy acogedora. En aquellos años, los primeros de la democracia, frecuentaba el Tenis Club de Barcelona y el Club Náutico y sí que había pequeños núcleos de la burguesía que fantaseaban con la independencia. 

-Sería de los que saltaría Perpignan a ver cine subido...

-Claro que vi en Perpignan El último tango en París. Pasmao me quedé. Hay que ponerse en la época.

-Pero se volvió a Cádiz.

-Estaba muy bien en Barcelona, pero echaba de menos Cádiz. Me pasaba como a Salvador Canastos, que era subjefe de Tráfico y que fue el que me preparó las oposiciones, al único que se las preparó, por lo que decía que había logrado un cien por cien de aprobados. Canastos habría llegado a director de la DGT, pero no quería moverse de Cádiz. Era el 'catedrático'. Nadie sabía más que él. 

-Desde Cádiz examinaban para toda la provincia. 

-Sí. Hasta en Algeciras. Salíamos a las cinco y media de la mañana en los 600 y los 4L, que eran los coches que tenía la Administración en aquella época. Vete a Algeciras en un asiento de un 4L saltando baches... Uf. Cuando cogíamos el puerto del Cabrito de noche con aquellos relámpagos te sobrecogías, te sentías insignificante. En Algeciras siempre eran muy cariñosos con nosotros y estaban muy preocupados. Dos horas y media por unas carreteras infernales y con la niebla cuando pasabas por Barbate... veías los coches volcados en las cunetas. 

-Mejor Jerez.

-Jerez daba gusto. Pacheco nos acondicionó una pista al lado del Merca que era un lujazo. El paraíso del examinador. Cádiz era todo lo contrario, tercermundista, en la Zona Franca, junto a la vía del tren y los depósitos de agua de una calle que no sé si tenía nombre. Ahora eso ha mejorado, estamos en el mejor sitio, en San Fernando, en una pista propiedad de la Jefatura, pero aquellos años eran complicados. Se salía del Estadio en una rampa y, claro, al aspirante se le calaba. Un director de autoescuela ideó una fórmula de colocar un adoquín en la rueda trasera para que el coche no cayera y un examinador que teníamos que era muy exigente se dio cuenta y no veas la que le cayó al de la autoescuela. 

-¿Se conduce mejor en unos sitios que en otros?

-Hay ciudades con tráficos más exigentes que otros: con mucha densidad de vehículos, con grandes cuestas, con condiciones meteorológicas adversas... Pero en todas ellas los criterios de exigencia de los examinadores son los mismos. Se conduce según cómo es el lugar.

-¿Cómo va el sector de las autoescuelas?

-Se necesita una remodelación. Hay una crisis sin precedentes. Hay autoescuelas en Madrid que pagan a los profesores siete euros la hora. Ahí tiene que fallar algo. Fue una enorme burbuja. En los 90 salieron autoescuelas por todos lados. Se decía que era una profesión sin paro, pero había tantos que se devaluaron los salarios y entonces los profesores, para ganar más, montaban sus propias autoescuelas. Con la bonanza económica la gente se examinaba a porrillo. Salíamos a examinar con cinco o seis coches detrás, que aquello parecía el entierro del profesor. Y claro, hubo un momento en que la burbuja estalló.

-Ahora trabaja en Sanciones. La gente parece que ya sí le ha cogido miedo a conducir con unas copas. ¿Hay más o menos sanciones?

-Sigue siendo un tema preocupante y, últimamente, preocupa mucho la cantidad de conductores jóvenes que se ponen al volante bajo los efectos de las drogas. Hay personas que están muy concienciadas de que hay que conducir con cero drogas y alcohol, pero muchas no lo están. Hay que seguir trabajando en ello.

-Se encontrará de todo.

-Hace poco un chaval vino a protestar una multa porque decía que le demandaban una cantidad pese a que él no iba conduciendo, aunque fuera el titular del coche. No conducía porque tenía una sanción anterior por conducir bajo el efecto del alcohol y las drogas, pero es que el que conducía su coche aquel día dio positivo de alcohol y ni siquiera tenía carné de conducir. Y el chaval dale con que era una sanción injusta. Cuando se lo expliqué, salió del despacho casi agradecido de que la multa no fuera mayor.

-¿Y el funcionamiento de la Jefatura ha cambiado mucho?

-La cita previa ha sido una revolución. Antes trabajábamos por unidades y ahora en un tiempo récord nos hemos adaptado para poder realizar todos los trámites. La Jefatura es un organismo muy ligado a la sociedad y tenemos funcionarios muy preparados que tienen que saber de Hacienda, Aduanas, comportarse ante el público... Y todos los controles de calidad nos hablan de un nivel de satisfacción del ciudadano muy alto.

Fuente: Diario de Cádiz

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