Ante la caída de la venta de vehículos nuevos, la mayor parte de los compradores se decantan por coches de más de diez años
En 2007 el mercado estaba equilibrado. Por cada coche nuevo, se vendía uno de segunda mano. El español era un caso exclusivo, contrastaba con el del resto de los países de la Unión Europea, donde el peso del vehículo de ocasión resultaba mucho mayor que el de nuestro país. En Alemania, por ejemplo, se venden más de dos vehículos de segunda mano por cada coche nuevo (2,2), mientras que en Francia (2,7) o Reino Unido (3,6) el ratio es superior. Pero la crisis cambió radicalmente esta relación. El año pasado, mientras que la matriculación de turismos siguió profundizando su caída, hasta cerrar el año en las 699.589 unidades, las ventas de segunda mano supusieron 1,57 millones de automóviles.
No parece que vaya a haber cambios en el presente ejercicio. La Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos a Motor (Ganvam) señala que esta tendencia no sólo no se ralentiza, sino que aumenta de manera significativa: durante los cuatro meses del año las ventas repuntaron un 8,9% (hasta los 558.054 coches). La organización espera, además, que este segmento sume un 4,1% durante todo 2013, hasta alcanzar los 1,62 millones de vehículos.
«El problema no es en sí que crezca la demanda de coches usados. El problema, tanto para la eficiencia energética como para la seguridad, surge cuando esos vehículos superan los 10 años de antigüedad», explica David Barrientos, portavoz de la patronal de fabricantes (Anfac). Y eso es, precisamente, lo que está ocurriendo en España. (Seguir leyendo)
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