Con motivo del anuncio de algunos cambios que el Gobierno quiere introducir en la normativa de tráfico, se ha generado en España un encendido debate acerca de la conveniencia o no de ampliar el uso obligatorio del casco en la bicicleta también a las vías urbanas.
Por el cariz que está tomando este asunto, parece que determinados grupos quieren trasladar esta cuestión a un espectro mucho más amplio, donde se discuta el papel que debe jugar el Estado frente a las libertades individuales.
Desde el estricto ámbito de la seguridad vial para mí este debate no me resulta ajeno y no sólo porque desde 1990 con motivo de las primeras leyes del casco obligatorio en Australia y por razones profesionales, he tenido que analizar exhaustivamente este asunto, sino porque cada semana es el que mantengo con mi mujer cuando salimos a montar en bici: Yo soy partidario del casco y ella no.
Estoy siguiendo con gran atención las razones y las opiniones de los que están a favor y de los que están en contra, pero debo confesar mi perplejidad respecto del planteamiento que están haciendo algunos responsables políticos y desde luego la actitud adoptada por una veintena de ayuntamientos, porque a pesar del esfuerzo que están realizando los colectivos de ciclistas en querer centrar el debate estrictamente sobre la cuestión de “la obligatoriedad”, lo que se está transmitiendo a la sociedad es que el uso del casco en la bicicleta es negativo.
No puedo aceptar, en modo alguno, el argumento esgrimido de que haciendo obligatorio el uso del casco se desincentiva el uso de la bicicleta y, por ende, se deteriora la seguridad de los ciclistas y la salud de la población, que puede volverse obesa. Y ello porque dicha razón es, sencillamente, un sofisma. La seguridad de los ciclistas y la salud de los ciudadanos no depende de un casco, sino de otras muchas cosas más.
Sin embargo, en mi opinión no se debe desdeñar un elemento que puede contribuir a mejorar la seguridad vial. Les podría citar más de seiscientas referencias de estudios científicos que en AEA hemos recopilado sobre la materia en los últimos tres años. Estudios publicados recientemente que, desde una amplia variedad de enfoques, han analizado las ventajas, las desventajas o las prácticas del uso del casco de los ciclistas. Estudios de todo tipo y de innumerables países donde el casco es obligatorio y donde no lo es. Estudios que analizan su utilidad en los programas públicos de intercambio de bicicletas en ciudades como Boston, Washington o Toronto; o los que han detectado que se producen más accidentes que los que revelan las estadísticas policiales realizados en Finlandia o en Alemania. Otros que revelan que el uso del casco está asociado a factores como el sexo, la edad, las etnias, la clase social o el nivel cultural, elaborados por investigadores en China, Emiratos Árabes o Suecia. Incluso otros que han descubierto otros factores que inciden más en la seguridad de los ciclistas, tales como el alcohol o las infraestructuras (Australia). Pero después de un meditado estudio de todos ellos, he llegado a la convicción de que es más positivo el establecimiento del casco obligatorio para todos los ciclistas y en todas las circunstancias. (Leer más)
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