La MP-203 estaba destinada a ser una autopista muy transitada. Pero algo se
torció. Su objetivo iba a ser descongestionar la autopista de Barcelona (A-2)
entre Alcalá de Henares y Madrid, un trayecto que en hora punta puede suponer
hasta una hora de viaje para cubrir solo 30 kilómetros, ya que este tramo está
afectado diariamente por grandes retenciones. Pero la MP-203, tras un desembolso
de unos 70 millones de euros entre 2005 y 2007 por parte de Cintra, la empresa
concesionaria, hoy en día no es más que una carretera a ninguna parte, finita,
en la que el asfalto da paso al secarral frente a un terraplén de arena.
Los últimos seis años han convertido el trazado, abandonado a su suerte, en
un páramo futurista. “Estamos ante un nuevo ejemplo de falta de previsión y
planificación alarmante, en el que una infraestructura de la que ya estaban
construidos el 70% de sus 12,5 kilómetros finaliza de repente ante un cúmulo de
arena. Spain is different”, denuncia el portavoz de UPyD en la Asamblea
de Madrid, Luis de Velasco.
Con el fin de resolver uno de los nudos gordianos de la red de carreteras
madrileñas, el Gobierno de Esperanza Aguirre sacó a concurso en 2005 la
concesión de la construcción, conservación y explotación de la carretera.
Cintra, filial de Ferrovial, ganó el concurso, por 30 años, de la que iba a ser
la primera autopista de peaje duro (pago directo de los usuarios) que la
Comunidad licitaba sin poner un euro por delante. Su misión consistiría en
conectar la M-203 y la A-2 por un extremo (término de Torrejón de Ardoz) y por
el otro, con la M-208 y la R-3, ya a la altura de Mejorada del Campo. (Seguir leyendo)
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