- «Nos mandaron parar y nos tuvieron unos veinte minutos en el arcén. Todo estaba correcto y entonces me multaron a mí»
Con 58 años y 40 de carnet de conducir, el pasado sábado a Francisco Javier López Guijarro le ponían su primera multa de tráfico. Ni siquiera iba al volante, ni tampoco de copiloto, iba sentado en el asiento trasero. Pero mal. Mal sentado. La broma asciende a 200 euros y aunque reconoce que «me dio el día» ahora ha decidido reírse de su mala suerte. La sanción responde a que circulaba «inclinado hacia adelante con la espalda totalmente separada del respaldo», según recoge textualmente la notificación de la Jefatura de Tráfico de Cantabria. Y este profesor de Educación Física en el IES Reconquista de Cangas de Onís lo reconoce. «De vez en cuando me inclinaba para estirar la espalda, que tengo una prótesis de cadera, y también para ver lo que se cocía por delante, porque desde el asiento de atrás no escuchaba bien a mis compañeros de viaje», admite. «¿Y quién no lo hace?». Lo que no se podía imaginar era que podía ser motivo de multa, y de 200 euros.
Francisco Javier viajaba hacia Aranda del Duero para ver un partido de balonmano y disfrutar de un fin de semana con amigos cuando, a la altura de Torrelavega, los tres ocupantes del coche se percataron de que les seguía una pareja de motoristas de la Guardia Civil. No le dieron importancia. Su velocidad era la adecuada, llevaban el coche y toda la documentación en regla y los tres llevaban puesto el cinturón de seguridad. Por eso siguieron ruta tranquilamente compartiendo una animada conversación. «Luego vimos que uno de los motoristas se ponía a nuestra altura y me miró fijamente. Poco después nos mandaron parar y nos tuvieron unos veinte minutos en el arcén. La documentación del coche estaba correcta, pero a mí me multaron. Si me dicen que es por el artículo 320/400 me tengo que callar porque no sé cuál es, pero cuando leí que era porque no llevaba la espalda apoyada en el respaldo sentí impotencia», recuerda. «No me dejó reaccionar y cuando le intenté explicar que necesitaba estirar la espalda, por mi prótesis, me dijo que conmigo no se podía razonar», señala. (Información)
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