El Gobierno renuncia a aumentar a 130 la velocidad en las autopistas

Las diferencias internas del Ejecutivo impiden aprobar la reforma del Reglamento de Circulación. La DGT no ha sido capaz de sacar adelante un texto confeccionado por el anterior equipo

Cuatro años de tramitación no han sido suficientes. El nuevo Reglamento de Circulación que incluía una subida de 120 a 130 kilómetros por hora en autopistas y autovías y una rebaja de 100 a 90 en las carreteras convencionales no va a salir adelante en esta legislatura. Se quedará en el cajón y probablemente ya no vuelva a ser rescatado por el próximo Gobierno. Ni el Ministerio de Fomento ni el Ministerio del Interior, del que depende la Dirección General de Tráfico (DGT), compartían la propuesta mientras que la vicepresidenta Soraya Sáez de Santamaría tampoco estaba por la labor de aprobar algunas de sus polémicas medidas en un año repleto de citas electorales.

Un portavoz oficial de Interior justificó a este diario que el texto no haya salido adelante porque "aún se está trabajando en él". "Falta introducir algunas normas europeas", añadió, aunque no supo precisar cuáles. La DGT no quiso hacer ningún comentario.  (Información).

ÚLTIMO CARTUCHO

El pasado septiembre la directora general, María Seguí, lanzó un duro reproche al Gobierno por no haber dado aún luz verde al reglamento. Llegó a insinuar incluso que si se estaba produciendo un repunte de muertes era porque no había entrado en vigor la reducción de las velocidades máximas en las carreteras convencionales, donde actualmente se concentra el 85% de la mortalidad.

Fue su último e inútil cartucho. Ahora, con el Gobierno en funciones, ya ha tirado la toalla. La realidad es que uno de los elementos clave de su gestión ha desembocado en el más absoluto fracaso. Un revés aún más grave porque cuando se marchó el anterior equipo comandado por el exdirector general Pere Navarro había dejado un borrador listo para su aprobación.

"El 27 de julio del 2011 entregamos al ministerio el texto", recuerda el entonces subdirector general de Normativa de la DGT , Ramón Ledesma. También recuerda cómo la marcha de Alfredo Pérez Rubalcaba del ministerio y el adelanto electoral impidieron que se pudiera plasmar en el BOE. El texto era básicamente el mismo que su sucesora no ha logrado desatascar en cuatro años. Seguí solo introdujo dos modificaciones importantes. La que más tiempo le consumió fue el intento de obligar a todos los ciclistas a llevar casco en las ciudades. Este asunto mantuvo bloqueado el texto durante más de un año porque le obligó a reformar la ley de Seguridad Vial, aunque al final tuvo que conformarse con hacerlo obligatorio solo hasta los 16 años. Partidos y municipios habían formado con los probici un frente contra la medida.

La otra gran novedad era la subida de 120 a 130 kilómetros por hora en autopistas y autovías. Era una exigencia planteada por los concesionarios de autopistas, que veían una posibilidad de recuperar el tráfico perdido por la crisis. Seguí, al igual que los expertos y las asociaciones de víctimas, no era partidaria. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, se lo impuso a cambio de aceptar la bajada en las vías convencionales.

La directora general, sin embargo, se las arregló para condicionar de tal modo la subida que su alcance real habría sido limitado. Solo se iba a producir en los tramos donde no se hubieran registrado siniestros mortales y en función de las condiciones meteorológicas. También habría requerido la instalación de paneles de señalización variable cuyo coste habría frenado su implantación.

La relación de Seguí con su ministro nunca fue fluida, como tampoco lo ha sido con los interlocutores del resto de ministerios. Así se explica que el informe emitido por el Consejo de Estado sobre el borrador de reglamento fuera el más demoledor que ha cosechado nunca un proyecto del Gobierno. (Información)

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