El lacianiego Óscar Brandido Suárez, con discapacidad múltiple por espina bífida, gana a la Dirección General de Tráfico una batalla judicial de casi cuatro años para poder examinarse del permiso de conducir y aprueba a la primera
Llegaron a León a las cinco de la tarde. Tenían una cita importante en la Junta de Castilla y León. Pero el vigilante les franqueaba la puerta e insistía: «Sólo está abierto de mañana». Al fin, se presentó la funcionaria que les había llamado, una médica del servicio de Sanidad, y les acompañó.
Fue un viaje en balde. Regresaron a Caboalles de Abajo con la frustración y el malestar de un «¡No!» por respuesta: «Que se compre un vehículo de los que no necesitan carné. Aquí dice que no es apto», recalcó la médica. Días después el jefe del servicio de Sanidad rubrica la negativa con su firma y lo manda a la jefatura de Tráfico de León.
De nada sirvieron las observaciones del centro Cobarca para un permiso extraordinario de conducir: lentes, mecanismo combinado de frenado y aceleración adaptados, con velocidad máxima de 100 km/hora». Ni mucho menos, los argumentos del joven, de su padre y de su madre. «Muchas personas con espina bífida, como yo, tienen el carné de conducir», alegaba desde su silla de ruedas.
Óscar Brandido Suárez padece desde la infancia una discapacidad múltiple por Mieloneningocele Medular Lumbosacro (espina bífida) congénita. Al cumplir los 18 años su madre y su padre le animaron a sacar el permiso de conducir. Tardó en decidirse.
Tenía 26 años cuando, después de mucho navegar por Internet y elegir el coche, se inscribió en la autoescuela Bugatti de Ponferrada. Corría el verano del 2009. Óscar acababa de aprobar el examen teórico y ya había hecho las primeras prácticas con su vehículo adaptado, una furgoneta Mercedes Vito que tuvieron que acondicionar en Alemania con doble tracción, como quería el chico.
En septiembre, la Dirección Provincial de Tráfico denegó la petición para examinarse y en noviembre, la Dirección General de Tráfico desestima un recurso de alzada. Estampados sus argumentos en las ventanillas de la administración, para la familia Brandido Suárez empezaba así un calvario judicial. (Seguir leyendo)
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