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lunes, 5 de mayo de 2014

La importancia del funcionario en la Administración

Aparte de leyendas diversas sobre ausencias diarias de su puesto de trabajo o conductas laxas en el cumplimiento de su cometido, existe una mala fama sobre los funcionarios públicos a mi juicio inmerecida (excepciones aparte). Esta mala fama está siendo azuzada en los últimos años de forma exagerada y malintencionada -al calor de la crisis- desde determinados sectores políticos muy interesados en la privatización de todo lo público, menoscabando de paso al funcionariado honrado y profesional, sin el cual probablemente este país sería un coto de caza sin control, una jungla sin ley para el más fuerte (diferenciamos aquí los funcionarios de carrera y personal laboral con los puestos de confianza y designaciones a dedo que a veces se presta a confusiones interesadas).
Malos profesionales los hay en todos los sectores y la administración no iba a ser una excepción. Pero quizás el problema no esté en los propios trabajadores “en relax permanente” sino de los superiores encargados de la supervisión de estos que no cumplen con su función, como ocurre en la empresa privada. Nadie en su trabajo hace lo que no debe si su jefe cumple su cometido de supervisión y control.
¿Se imaginan que todo fuese privado? La Sanidad, la Seguridad, la Educación... ¿Quién tendría entonces esos servicios? Creo que está claro; el que pudiera pagárselos... De hecho, ya está sucediendo poco a poco, casi sin que nos demos cuenta; los últimos recortes, así como las leyes de Seguridad privada, Educación y por último la modificación de diciembre pasado de la extinta Ley de Bases de Régimen Local, van precisamente en esa dirección, la aniquilación de todo lo público, incluidos los puestos de trabajo de la administración. A nadie se le esconde que un adelgazamiento de la Administración significa irremediablemente la supresión de miles de puestos de trabajo, es decir, que mandará al paro a miles de funcionarios, sin contar con la merma que ello significará para todos los ciudadanos que hoy se ven beneficiados por estos servicios que se privatizan.
El problema en este asunto complejo, del que sólo pretendo dar unas pinceladas, es que se confunde a la población bajo el subterfugio del ahorro económico con la nítida intención de adelgazar -hasta hacer desaparecer- a la administración pública. Privatizar, privatizar y privatizar. De hecho, algunos servicios públicos se les hace perecer entre llamativas pérdidas económicas para luego tener vía libre a su privatización. En algunos lugares ya se privatiza hasta el alumbrado público, en lo que parece una caricatura grotesca de una nefasta gestión municipal. Ya se ha hecho anteriormente con el agua y las pérdidas crecen al mismo ritmo que el recibo.
Los servicios públicos deberían funcionar como una máquina perfectamente engrasada al servicio de los ciudadanos, al margen del color político del gobierno de la institución, los ciudadanos lo agradecerían y los funcionarios también, y para que esto ocurra es imprescindible la presencia de trabajadores públicos eficientes y competentes al frente de los mismos. ¿Quiénes mejor que ellos conocen sus necesidades? ¿Quiénes mejor que ellos para conocer el día a día de su trabajo y sus carencias operativas de personal o material?
Por otra parte, debe ser estresante para en honesto funcionario tener que soportar cada cuatro años el cambio de gobernantes, con los nuevos políticos electos que en muchos casos entran en las administraciones como elefantes en una cacharrería. Antes de tomar una decisión que afecta a un servicio público es imprescindible contar con la opinión con el funcionario experto conocedor de su trabajo y sus funciones, y no siempre se hace.
Pidamos a los políticos que no apliquen el ideario de Groucho Marx y dejen trabajar a los técnicos y funcionarios: La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados. Es imprescindible valorar al funcionario y tomarlo como referente inexcusable en la toma de decisiones que a su departamento concierne.
NO a la privatización de los servicios públicos. SÍ el mancomunarlos en las comarcas que sea viable operativa y económicamente. La política de los hermanos Marx, a través de la reciente modificación de la Ley de Bases, va justo en sentido contrario, la supresión de competencias municipales, eliminando algunas de las mancomunadas, como paso previo a la privatización. Esta Ley no busca la viabilidad operativa y económica, evitando duplicidades -que sería lo lógico- es un paso previo a la privatización de servicios públicos.
La estabilidad en el empleo de un funcionario no es un capricho, es una necesidad democrática, garantía de continuidad y objetividad en la aplicación de las leyes. (Opinión)
http://www.infonortedigital.com

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