Matan anualmente a más gente de la que murió en la guerra de Irak y provocan tantos heridos como la población total de España, Argentina o Colombia.
Además del dolor humano infligido, se cobran entre el 1% y el 3% del PIB de varios países, lo que representa unas pérdidas estimadas de 500.000 millones de dólares –equivalente a los ingresos de un país mediano como Noruega, por ejemplo.
Son los accidentes de tráfico, uno de los enemigos más implacables de las sociedades postmodernas, una epidemia difícil de frenar especialmente en las regiones en desarrollo, donde se registran el 90% de las muertes, a pesar de contar solo con el 48% del parque mundial de vehículos matriculados.
Como sucede en la mayoría de contextos, los más afectados por la inseguridad vial son los colectivos vulnerables: en este caso peatones, ciclistas y motoristas. Ellos suman el 46% de las muertes mundiales por accidentes de tráfico, y se han convertido en el colectivo a proteger con más urgencia.
La trágica realidad tras estas cifras llevó a las Naciones Unidas a crear la Década de Acción para la Seguridad Vial, que para el 2020 debe lograr una reducción significativa de víctimas mortales en accidentes de tráfico en el mundo, a través de la mejora de los programas de los gobiernos. Como parte de esa campaña, desde hoy hasta 8 de mayo se celebra en todo el mundo la Semana de la Seguridad Vial.
Latinoamérica, la región más afectada
Para América Latina, que ocupa el primer lugar en el triste ranquin mundial de las regiones con las tasas de mortalidad más altas por accidentes de tráfico, el llamado de las Naciones Unidas se concreta en el siguiente desafío: reducir un 50% las víctimas en carreteras para el 2020. En otras palabras, que las 130.000 muertes que se registran en la actualidad disminuyan a la mitad.
Entre los principales obstáculos para lograr el objetivo, según los expertos, están el mal estado de las carreteras, la falta de educación vial o los sistemas de seguridad deficiente. El simple hecho de abrocharse el cinturón, según la OMS, reduce entre un 40 y un 60% el riesgo de muerte de los pasajeros en asientos delanteros, y entre el 25 y 75% de los pasajeros en asientos traseros. De todas formas, hoy por hoy, solo el 57% de los países exigen el uso del cinturón en asientos traseros y delanteros.
Otro de los aspectos cruciales para reducir las muertes en las carreteras son la recolección de datos. Y es que contar con datos veraces sobre las causas de los accidentes, si las víctimas cumplían o no con las normas de seguridad o la franja de edad de los fallecidos es crucial para elaborar políticas viales que funcionen.
¨América Latina debe sistematizar la recolecta de datos para hacer frente al creciente número de siniestros fatales en las carreteras. Los datos son imprescindibles para diagnosticar problemas, crear estrategias para solucionarlos, y ver qué resultados dan esas estrategias¨, explica Julian Lampietti, líder del programa en infraestructura del Banco Mundial. (Seguir leyendo)
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