Carretera de la muerte, punto negro de Europa... El tramo de Nacional I entre Burgos y Miranda se ha ganado a pulso etiquetas como ésas: casi cada semana registra accidentes graves, muchos de ellos con resultados fatales. Las vidas que se ha cobrado son un rosario interminable, la página más negra de la provincia. Es asimismo frecuente que en los siniestros que se producen en esta ruta, la única no desdoblada entre Cádiz y París, se vean envueltos camiones. No en vano, el tráfico pesado que utiliza esta ruta es masivo. La problemática de esta carretera ha sido analizada desde todos los puntos de vista posibles. Pero nunca desde la cabina de un tráiler. ¿Qué piensa un camionero que emprende los 80 kilómetros que separan Burgos y Miranda? ¿Cómo los afronta? ¿A qué peligros se expone?
El burgalés Demetrio Ozarín lleva cuatro décadas al volante de un camión y tiene claro, de entrada, que exceptuando alguna infame carreterucha de Galicia, la N-I es la peor de España. «Es muy mala, la peor. Hay mucho tráfico, mucho camión.Es muy peligrosa». Pese a ello, cuando tiene viaje al norte, este experimentado chófer no duda en ponerse en ruta por ella descartando la autopista. «La AP-1 no la tomo nunca, sólo si hay nieve. Pero es que no compensa. Es demasiado cara para los kilómetros que tiene. No, no merece la pena en absoluto». Primer mensaje. Ni siquiera escogió la AP-1 cuando el Ministerio puso en marcha hace unos meses el peaje bonificado. Medida insuficiente. «La solución pasaría por liberar la autopista».Segundo mensaje. Claro y rotundo. «Hasta que eso no suceda, la mayoría de los camioneros seguiremos tomando la Nacional I», subraya este veterano conductor.
Ya nos ponemos en marcha. El tráiler de Demetrio lleva 3.000 kilos de carga. Demetrio tiene una máxima cuando se pone al volante. Es sencilla y parece de sentido común, pero no todo el mundo la cumple: ceñirse a las señales. «La carretera es mala pero está bien señalizada. Si todos los conductores respetaran las señales no pasaría ni la mitad de lo que pasa». Concede este conductor la mejoría que ha registrado este tramo en los últimos años, eliminando cruces que antes eran una invitación al horror. Sin embargo, sigue conservando intersecciones de lo más peligrosas. Nos topamos con dos al poco de ponernos en marcha: la salida de una cantera y el acceso al pueblo de Atapuerca. «Este cruce es criminal. Aquí la gente se la juega todos los días, hay que andar con mucho cuidado», dice.Llevamos seis camiones delante.De frente, por cada turismo que viene nos cruzamos con cuatro o cinco vehículos pesados.
Transitamos a la velocidad indicada entre curvas y rectas en las que las opciones de adelantamiento para cualquier vehículo son reducidas. Justo antes de Fresno, un impaciente conductor sobrepasa nuestro camión de manera tan ajustada que cuando se incorpora de nuevo al carril derecho lo hace por la línea continua. La arriesgada maniobra del turismo ha obligado a Demetrio a frenar para evitar que el adelantamiento fuera aún más justo y quién sabe si letal para la comitiva rodada que venía de frente. «¿Ves? Se la juega... ¿Para qué si se va a tener que frenar otra vez? Mira todos los camiones que tiene delante. Este es uno de los problemas: la falta de paciencia de muchos conductores, las prisas... Luego echan la culpa a los camiones. Pero los que hacen adelantamientos suicidas son los turismos», apunta Demetrio, que siempre pilota con el mismo temor: que un coche se le acabe metiendo debajo...
Bajamos la Brújula, que en ese momento suben una veintena de camiones y Demetrio observa una irregularidad: un vehículo pesado está adelantando a otro.Cierto que en el ascenso al puerto existen dos carriles, pero varias señales alertan de la prohibición para adelantar que tienen los camiones. «Ese carril está reservado a los vehículos ligeros. El camionero que está incumpliendo la normativa nos está haciendo daño a todos», subraya. Atravesamos Monasterio de Rodilla y nuestro chófer advierte una presencia extraña que le llama la atención. No le falla la intuición: semioculto, un radar vigila el paso de vehículos. «Al que se descuide con la velocidad, multa al canto».
En Santa María del Invierno también persiste un cruce peligroso. Hasta ese momento hemos contabilizado ya un centenar de camiones por el carril contrario. Resalta Demetrio Ozarín otro de los inconvenientes de esta carretera: los vehículos agrícolas que van y vienen de las fincas: tractores, cosechadoras... Sobrepasamos Quintanavides, cuya incorporación se ha mejorado.
Pero franqueamos otro de los puntos negros, entre Prádanos, Castil y Alcocero, donde se ubica un radar que no está señalizado. En este tramo se produjo hace unos meses uno de los accidentes más brutales de los últimos tiempos, en el que dos camiones chocaron de frente, falleciendo en el siniestro ambos conductores. Ozarín ha asistido a mucha gente en la carretera, dada su dilatada experiencia. Ha visto cosas suficientes, dice, «como para escribir un libro». Estar todo el día en la carretera «es un riesgo. Hay que tener la cabeza bien amueblada y fría y cumplir siempre con la velocidad y la distancia de seguridad, algo que tampoco se hace habitualmente», apostilla el chófer.
Nos detenemos en Briviesca e incorporarnos a la N-I no es tarea fácil. Demetrio espera, paciente, su oportunidad.El tráfico es endiablado. Ya de nuevo en ruta somos testigos de un doble adelantamiento de los que ponen los pelos de punta.Grisaleña, Calzada, Ribarredonda... Nombres que están en la lista negra de la vía se suceden hasta llegar a Pancorbo. Radares, curvas... Hemos contabilizado 300 camiones desde que salimos de Burgos. Demetrio no halla sosiego hasta que se incorpora al tramo liberado, justo antes de Miranda. Atrás queda la N-I, por donde regresará mañana con la misma precaución. Que tenga buen viaje.
Fuente: Diario de Burgos