La falta de expectativas de trabajo entre los jóvenes reduce a la mitad las matriculaciones en las autoescuelas y aumenta la edad de los aspirantes. También sube el número de suspensos en el práctico, ya que se escatima en el número de clases, aunque eso sí, se agudiza el ingenio para aprobar.
En los tiempos que corren, más que acelerar, tal y como decía la famosa canción infantil ("para serconductor de primera..."), lo que hay que preparar, para poner un volante en tu vida, es una buena cantidad de dinero. Sólo una hora de práctica en cualquier autoescuela de Alicante puede alcanzar 40 euros y si los aspirantes realizan una media de 20 clases y a eso le suman las tasas de examen, la matrícula, el psicotécnico, etcétera..., el coste de un carné de conducir puede rozar los 1.000 euros.
La cantidad no dista demasiado de la que se manejaba hace unos años pero, precisamente, en ese tiempo, la sociedad no lidiaba con la crisis actual. Según la Asociación de Autoescuelas Alicantinas, desde 2008 hasta ahora las matriculaciones han caído un 50%. "Antes la gente venía con los 18 años recién cumplidos. Ahora, los clientes habituales suelen rondar los 25 y se apuntan cuando el carné les es imprescindible para trabajar o pueden costearlo por sí mismos", apunta Gregorio Sabater, vicepresidente de la asociación alicantina de un gremio que debido a esta tesitura social también se ha visto resentido. "Hace siete u ocho años faltaban profesores de prácticas. Una sóla autoescuela tenía a tres dando clase, mientras que ahora se apañan con uno y el resto se han quedado en el paro", subraya Sabater, que ha visto en los últimos tiempos a varios compañeros echando la persiana.
Sarabia asegura que en la Jefatura Provincial de Tráfico de Alicante han notado el momento de recesión económica en el número de personas que se presentan a los exámenes, sobre todo en los carnés profesionales, por falta de expectativas de trabajo. En los últimos cuatro años, la cantidad de gente que se realizó el examen práctico cayó un 32% y el teórico un 36%.
La falta de recursos de muchos de los que quieren sacarse el carné también se refleja en el índice de suspensos. De cinco años a esta parte, el número de aprobados del permiso B -el más común de todos- ha caído un 7%. Una de las principales razones, según Sarabia, es que la gente llega poco preparada, ya que trata de arriesgar y presentarse al examen con el menor número de prácticas realizadas. "El problema es que al final les puede llegar a salir más caro, ya que si suspenden dos veces y les toca renovar papeles tienen que volver a pagar", sostiene.
En época de crisis se agudiza el ingenio, cualidad de la que van sobrados algunos de los aspirantes a conseguir la "L". (Seguir leyendo)
No hay comentarios:
Publicar un comentario