Me he preguntado muchas veces por qué los funcionarios siempre tienen que pagar los platos rotos de la maltrecha economía a la que nos abocan los políticos que rigen las administraciones. Son ellos, por desgracia, los primeros que se tienen que apretar el cinturón, en forma de pagas extras, mientas que los que son designados a dedo siguen viviendo a cuenta de los presupuestos sin haber hecho una oposición, manteniendo sus estatus y retribuciones en detrimento de los que apretaron los codos, perdieron horas de sueño y se presentaron a unos exámenes para conseguir plaza de funcionario.
Los gastos, que yo considero superfluos, siguen sin ser frenados por quienes deberían hacerlo. Unos ejemplos: viajes, coches, comidas, dietas, alojamientos, escapadas al extranjero y nacionales a fiestas de escasa repercusión, convenios con medios, iniciativas para ser flor de un día y un largo etcétera de gasto y desviación económica que se intenta contrarrestar con la supresión de la paga extra cuando era más fácil hacer que la administración pública, a todos los niveles, desarrollase su labor de forma racional y con los medios que tiene en estos momentos.
Me gustaría que se hicieran públicos de forma oficial datos relacionados con chiringuitos y personal que trabaja en ellos, asistencias técnicas, las bajas por jubilaciones anticipadas de personal laboral y lo que se gasta en las otras cuestiones de las que doy cuenta en el comentario.
Por muchas vueltas que se le dé las sentencias son claras y dicen que hay que devolver de la paga extra de 2012 los 44 días que descontaron, un hecho que es reconocido como ilegal por haberse realizado con carácter retroactivo. En Galicia vamos a ser más cicateros: tan sólo el 12,5%. Para cobrar el resto tendrán que esperar un año, cuando el ministro Montoro habló del 25%. La decisión gallega es un agravio para los cerca de cien mil funcionarios que trabajan en la comunidad.
La administración autonómica se tiene que mirar en sus estructuras con los ojos de los políticos buscando siempre el ahorro, cosa que ahora no hace. La paga extra se acerca mucho al chocolate del loro. Los gastos considerados ocasionales son muy fáciles de reconducir y anular. Muchos de ellos se convierten en cargas. Pensemos que las asistencias técnicas llevan a que muchos trabajadores engrosen la plantilla de la Xunta como contratados laborales sin pasar ningún tipo de oposición. Es un proceso complicado que precisa de una clara decisión política. (Artículo)
Fuente: www.elidealgallego.com
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